
El sexteto Escalandrum, liderado por el nieto de Ástor Piazzolla, brilló en la cuarta jornada del Festival Internacional de Música Bariloche (FIMBA) 2025. En el escenario del Teatro La Baita, y a cuatro años de su paso anterior por el festival, los flamantes ganadores del Premio Konex de Platino a Mejor Grupo de Jazz de la década demostraron en la fría tarde-noche que, en su interpretación, la evolución de la música del genial compositor marplatense pareciera no tener límites.
Con Piazzolla ’74, el espectáculo que diseñó por iniciativa del Teatro Colón para celebrar los 50 años de la edición de los álbumes Libertango y Reunión cumbre, como marco de referencia, durante casi 90 minutos el equipo capitaneado por «Pipi» Piazzolla desplegó un notable juego musical que prologó con una composición propia, para luego encarar una lista de temas imbatible.
Cité tango, esa pieza que para no pocos convoca la imagen de Los simuladores caminando bajo la lluvia, Deux Xango, Reminiscencia, Cierra los ojos y escucha (¿o será que Ástor acentuaría hoy «cerrá los ojos y escuchá»?), Años de soledad… Por cierto, resulta un tanto odioso sostener que alguien podría «mejorar» semejante repertorio.
Pero sin duda alguna Escalandrum logra que esas músicas compuestas medio siglo atrás hoy suenen como si hubieran sido creadas hace un par de días. Y en algunos casos, parafraseando al Johnny al que Julio Cortázar dio vida en El perseguidor, mañana.
Con Gustavo Musso disparando solos al más allá a través de sus saxos alto o soprano, Nico Guerschberg combinando en su teclado aires de psicodelia retro con pasajes pianísticos de belleza inaudita y Martín Pantyrer explorando sonoridades en las profundidades del clarinete bajo.
Con Damián Fogiel ampliando una y otra vez la expresividad del saxo tenor, Mariano Sívori respaldando con su contrabajo la estructura rítmica y armónica del team y Piazzolla creando texturas rítmicas desde su batería con una riqueza de recursos técnicos que abruma, Escalandrum puso de pie una y otra vez al público que llenó la sala. Las ovaciones coronaron con «sprint final» integrado por Escualo, Adiós Nonino y Libertango.
Otro grupo que se lució en este festival, organizado por el Gobierno Río Negro, fue el cuarteto chileno Bio Bio. En el auditorio del Camping Musical Bariloche, enclavado en el barrio Llao Llao, desplegó un atractivo repertorio que incluyó un estreno.
Integrado por Jeimmi Carrasco y Catalina Vergara en violín, Andrés Cofré en yiola y Patricio Días en chelo, todos ellos músicos de destacada trayectoria dentro de la Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción, el cuarteto inauguró su presentación con La flor del encanto, una obra compuesta en 2005 por el compositor chileno Jaime Cofré; y siguió con el estreno de Divertimento circular, de Rodrigo Durán, también compatriota de los músicos, quien la escribió a su pedido y cuyas partituras están fechadas en este año.
El resultado fue un breve pero atractivo recorrido por motivos folclóricos trasandinos reconocibles entre las texturas que construyen y deconstruyen las cuerdas, que en el caso del primero de los títulos dialogan también con melodías orientales, influencia de alguna travesía asiática del compositor, según explicó Jeimmi, encargada de presentar cada una de las obras.
En ese rol fue que, además, sobre el final comentó al publico que estaba siendo testigo de la segunda presentación en vivo del grupo, revelación que desató un aplauso instantáneo, a la altura de la solidez interpretativa que había exhibido a lo largo de todo el concierto, que cerró con el Cuarteto americano del compositor checo Antonim Dvořák, que exige de los músicos una ductilidad que permita abordar la convivencia en sus movimientos de pasajes emparentados con el country y la música de raíz americana con cadencias de neto carácter eslavo, propio del compositor.