“Desde chico Franco tuvo una conexión muy fuerte con el agua. Recuerdo que, con dos años, se sumergía más de dos metros en la pileta y comenzó a barrenar las primeras olas en el mar. Muy pronto, a los tumbos, arrancó con la tabla de surf. A los 5 ya se paraba solo en Playa Grande y recuerdo un día puntual, que surfeó no menos de 20 olitas, y desde ahí siempre me pidió que lo llevara al mar. Una pasión que heredó seguramente de mí”.
Luis Radziunas (54 años) cuenta que descubrió el surf en un viaje familiar a Hawaii, en julio de 1977, y quedó “fascinado”. Desde ahí, toda su “vida estuvo relacionada con el surf”. Fue campeón argentino en 1992 y, sin proponérselo, arrastró a sus tres hij@s hacia esa pasión.
Franco es el mayor (18 años) y, desde hace tres, creció meteóricamente hasta convertirse hoy en el surfista más interesante de la nueva potente camada de jóvenes que tiene nuestro país. Ya no es una promesa, sino una realidad, sobre todo luego de haber ganado su primer torneo Open, hace días.
El rubio marplatense, figura en ciernes del mejor team del país (Quiksilver Argentina), se impuso en la primera fecha del circuito nacional en la playa marplatense de Luna Roja y sueña con más. Su historia explica por qué.
“Mi viejo nunca me presionó, sólo me presentó el deporte… A mí siempre me gustó el agua y, cuando conocí el surf, me cautivó. He visto filmaciones y me ha contado papá sobre cómo me metía con la tabla desde muy pequeño. Recuerdo un día buenazo en el Yatch, con muchos surfistas en el agua, cuando me ubicó en el pico, contra las piedras. Yo tendría nueve años y me hizo agarrar una de las olas más grandes. Y de las mejores de mi vida. En ese momento experimenté algo muy especial, como que estaba en Disney y sentí la desesperación por volver a vivir nuevamente esa sensación. También se convirtió en un plan habitual con mi papá. En vez de jugar en casa, nos íbamos a surfear. Y hoy eso se extendió a toda la familia. En verano, a veces, nos metemos los cinco, con mi mamá (Viri) y mis hermanas (Ema, de 14, y Maia, de 11)”, cuenta Franco, quien en el último circuito Open terminó tercero, luego de salir segundo en el torneo más exigente, el Quiksilver La Paloma, que cerró el campeonato nacional.
“Había perdido dos finales que había disputado, justamente ambas en La Paloma, y ahora me saqué la espina ganando por primera vez. Una emoción muy especial que me llena de confianza”, explica Radziunas, quien en la definición superó a Tomás López Moreno y es parte de un team que arrasó nuevamente en la primera fecha, con triunfos de Thiago Passeri en M12 y M14 y Simón Siri en M10. Cocó Cianciarulo fue segunda en Open y M18. “Creo que con esta ansiada victoria superé una barrera. Pude concentrarme en lo mío, dejando que fluya mi surfing y sin pensar que podía perder otra final”, analiza Franco, quien ha sorprendido con su progresión en los últimos tres años.
“Hay varias cosas que hacen especial a Franco. Primero, su enfoque. Se desmotiva poco cuando las cosas no se le dan. Cuando no tuvo los resultados esperados, le siguió dando. Pudo ser campeón junior y no lo fue. Pero nunca se detuvo. Porque él está siempre centrado en sus tareas y acciones, sin que el entorno lo modifique. No tiene excusas, no repite frases como “este mar no tiene las mejores olas, el nivel de acá no es tan bueno como para potenciarme…”. Se enfoca en lo que debe hacer y es muy consistente en su entrenamiento. Mentalmente es muy fuerte, tiene un entorno familiar que lo potencia y además es un chico al que le gusta tomar riesgos en el agua. Viene en su adn. Todas estas características intangibles que relato potencian cualquier cualidad física o técnica. Y es lo que pasa con Franco”, analiza Martín Passeri, el seis veces campeón argentino que, además de seguir compitiendo, es su coach personal y de todo el team Quiksilver que hoy domina el circuito nacional.
“Es un orgullo y una bendición que Martín haya estado a mi lado desde que tengo 11 años. Me ha transmitido toda su experiencia, me ha guiado, dentro y fuera del agua. Junto a mi padre, fue clave. Los escucho mucho a los dos”, devuelve Franco, quien empezó a competir a los 11 y asegura haber tenido un click en 2017, cuando compitió en el Mundial Junior de la ISA. “Pasé varias rondas y estuve entre los mejores 25. Ahí me convencí de que podía, de que no estaba lejos. Además, Nacho Gundensen ganó ese torneo y eso terminó de dejarme claro que los argentinos podíamos competir con los mejores si nos tomábamos esto en serio”, rememora.
A diferencia de otros surfistas, que cuestionan la competencia o al menos no la prefieren, Radziunas se siente como pez en el agua en ese ámbito. Asegura que sigue disfrutando del surf como un amateur, pero que más aún le gusta competir. Y, claro, ganar. “Eso viene con mi personalidad”, dice. Por eso no sufrió el cambio de junior a Open. “Siento que ya me puedo codear con los mejores, que le puedo ganar a cualquiera”, admite. Passeri no tiene dudas y responde hasta dónde puede trepar su pollo. “Franco está explotando y siento que puede llegar hasta donde se lo proponga. Para eso deberá empujar, soportar, crecer y aprender. Puede ser de la elite. Dependerá bastante de cuánto quiera dedicarle. Tiene todo: habilidades, cabeza y un mayor apoyo que antes”, analiza el coach.
Radziunas sabe que, para dar otro salto de calidad, deberá irse más al exterior. “Todavía está todo muy en el aire de cómo y cuándo seguirán los circuitos, pero es mi idea, medirme más afuera, con los mejores”, explica. Aunque transitando un camino, mirando hacia adentro y sin meterse presión, pese a que no son pocos quienes creen que es el próximo gran surfista argentino. “No pienso en eso, me suma presión. Voy despacio, todo a su tiempo”, responde mientras espera la segunda fecha del torneo argentino, en Miramar. La joya nacional ya dejó de ser promesa. Se codea con los mejores y se ilusiona con ser el nuevo gran surfista argentino.