Guillermo Burdisso, anoche, no gritó su gol que significó el 1 a 0 de Lanús sobre Independiente; Mauro Díaz, el domingo, no gritó su gol para el empate parcial de Estudiantes ante River. El gesto se repite y ya se volvió costumbre no lanzar el grito de festejo si el autor registra pasado en el club al que le marca.
Burdisso -que jugó en 7 clubes argentinos y 3 extranjeros- disputó apenas 23 partidos en Independiente, en la temporada 2018-19; Díaz -surgido de las inferiores millonarias y con paso por 3 clubes del exterior- disputó 61 partidos en River, entre 2008 y 2013. Es bueno que ambos están agradecidos a sus ex clubes, sin embargo gritarle un gol no equivale a empañar los sentimientos de afecto.
No existe grito más sagrado en la enorme pasión futbolística que el grito de gol. Es la explosión máxima que genera este deporte, el momento de mayor éxtasis durante esos 90 minutos, sin importar que se esté ofreciendo un espectáculo bueno, regular o malo.
Y los festejos se convierten en la manifestación de alegría del autor y en tiempos “de normalidad” la prolongación inmediata de los hinchas, sean una decena, centenares o miles, en tribunas y plateas. O del otro lado de la pantalla de TV, como está obligando la pandemia.
Hasta se suelen observar, en nuestras canchas y en las extranjeras, celebraciones muy ingeniosas y plagadas de creatividad de parte de los futbolistas.
Por eso resulta incomprensible la reacción de esos futbolistas que no celebran, ni siquiera con un grito sosegado, cuando le meten un gol a un equipo donde jugaron en el pasado. Aunque su paso por esa entidad haya sido ínfimo en el tiempo e intrascendente en el nivel.
Está bien el respeto y el buen recuerdo, pero de ahí al mutismo absoluto es otra cosa. No es necesario un festejo alocado ni provocador, alcanza con un buen grito y un abrazo para compartir la alegría con los propios y sin ofender a los ex.
En tiempos que los cambios de camiseta son continuos, se da el caso de futbolistas que podrían meter muchos goles y quizás sólo festejen un mínimo porcentaje.
Como el caso de un delantero acostumbrado a convertir con frecuencia, José Sand, que además de su actual camiseta, Lanús, vistió la de otros seis clubes (entre los 16 clubes donde jugó) que hoy compiten en la Liga Profesional.
O Santiago Silva, con recorrido en nueve clubes (de los 19 de su carrera) de la Liga, si finalmente la AFA le levanta la sanción de dos años.
Señores futbolistas, los goles se gritan siempre, es un grito que no merece silenciarse.