La reflexión en voz alta del Presidente Alberto Fernández, durante su esclarecedora y didáctica conferencia de prensa del viernes a la noche, en relación a la posibilidad de autorizar salidas para realizar actividades físicas, en un radio cercano a los hogares, además de ser una adelanto de una medida en consideración a futuro disparó interminables polémicas en las redes sociales.
Tan afectos a la Grieta como somos los argentinos, pronto surgieron voces acusadoras contra los adeptos al running y gritos de festejo de desaforados de la actividad física al aire libre. Algunos con argumentos sólidos y válidos, otros con vehemencia y virulencia verbal.
Como sucede con todos los temas, siempre hay casos y casos. Por ejemplo, el caso de José, un tipo de esos muy queridos y queribles, que a sus sesenta y pico años cumple con la rutina saludable de caminar a un buen ritmo, los siete días de la semana, dos horas por las mañanas en la pista de atletismo de un Polideportivo municipal de la Ciudad de Buenos Aires.
“Si no hago esto, me muero”, suele exagerar, aunque quizás no tanto, José. Su situación marca que quedó viudo, no tiene hijos y vive en un departamento. Esas caminatas no sólo le reportan un indudable beneficio físico, sino también mental.
En esa pista donde gasta zapatillas, encontró un grupo social sellando sólidas amistades. Desde Carlos, casi un hermano, hasta Toti, Coco, Juan Carlos y Guille, sus compinches de los recorridos matutinos y las posteriores reuniones alrededor de una parrilla o una mesa.
Junto a su amado Atlanta, José, quien de pibe recorrió todas las canchas junto al Bohemio y estos últimos años no falta al León Kolbowsky, la actividad física al aire libre es una realidad que lo impregna de vida e ilusión.
Estos días de cuarentena, estira sus caminatas al supermercado o a la farmacia, eligiendo el recorrido más largo dentro de lo permitido. Y seguramente algunas cuadras extras transitará. Es feliz con cada paso de más que da. Un tipo como José merece la autorización a salir a hacer actividad física al aire libre. Por supuesto, con las precauciones lógicas y obligadas.