De menor a mayor. Así fue la victoria que consiguió el sábado por la noche Martín Blanco, por decisión unánime, frente al uruguayo Lukas Correa, en un colmado gimnasio del club Defensores de Banfield.
“El Correcto“, que volvía a presentarse después de siete meses, regresó con todo y se adjudicó la Copa Rysk Combat, en la pelea estelar de la noche de Invictus Deluxe.
Blanco, campeón mundial de la ISKA, y Correa, campeón sudamericano de muay thai, se enfrentaron bajo la modalidad K1, en la categoría gallo (hasta 55 kilos).
El combate apenas presentó signos de paridad en el primer asalto. En los dos siguientes, el peleador de Lanús expuso su experiencia ante un rival poco más de una década menor, pero con bastantes atributos en este deporte.
De esa forma, Blanco no sólo logró controlar al montevideano, apodado “El Niño Pro”, sino que transitó con cierta comodidad ese tramo de la pelea.
“Al principio estaba un poco dubitativo con los tiempos, lo que fue lógico por el tiempo que hacía que no peleaba. Pero me manejé bien, resolví bien, todo lo que practiqué lo pude hacer, así que el balance es muy positivo”, analizó Blanco momentos después del combate.
Luego, hizo un repaso un tanto más detallado: “En el primer round (Correa) me tocó un poco al hígado y me sacó un poco de la pelea, pero lo pude resolver y me fui contento por lo que hice”.
“En el segundo le pude encontrar los tiempos. No podía ir al cruce y desperdiciar la pelea, porque ahí puede ganarla cualquiera. Preferí apostar a los puntos y salió bien”, concluyó el actual campeón del mundo.
Cumplido con éxito este primer compromiso del año, ahora Blanco apunta hacia nuevos objetivos, fuera del país, tal como lo hizo en los últimos meses de 2019 cuando viajó a Japón, donde realizó buena parte de su preparación para subir al ring para enfrenta a Correa. Israel, en el mes de marzo, puede ser uno de los destinos.