
El base cordobés descerraja un triple en el último segundo para que la Sub-18 doblegue a Francia, que estaba 8 arriba a falta de 41 segundos.
Guillermo del Pino escribió este domingo en Belgrado (Serbia) una nueva página de los milagros imposibles en la historia del baloncesto español. El cordobés, un base con un don especial para este deporte, descerrajó un triple a falta de un segundo para dar el triunfo a España (82-81) en la final del Europeo Sub-18. Para que la Selección recuperase una corona continental que no poseía desde 2022 en Izmir (Turquía).
Para sostener por sexta vez el cetro europeo en la categoría. Es la 15ª medalla en la historia para España en Sub-18 (la cuarta del verano para el baloncesto español, la primera masculina). Nadie tiene más. Y solo la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tiene más oros, 8 frente a los 6 de España.
Un botín excelente que ha crecido gracias a la obra de arte de Del Pino que culminó una remontada impensable: a falta de 41 segundos, Francia estaba 8 arriba (71-79) tras un matazo de Yimga. El oro era suyo. La gloria era bleu.
Una canasta en carrera de Raúl Villar dio paso al show del base: 9 tantos seguidos con dos triples para desatar la locura en el equipo nacional. Incluso falló el tiro libre que dio el último balón y lanzamiento porque la banda favoreció a la Sub-18. El canterano del Unicaja cerró con 23, mientras que Ian Platteeuw fue el MVP a pesar de no haber mostrado su mejor versión en la final (11 puntos y 6 rebotes).
Las dos grandes canteras europeas, una vez más, frente a frente. Belgrado era testigo del clásico del verano, de la final por el oro entre España y Francia. Las hostilidades de la primera parte mostraron el enorme potencial de ambos conjuntos.
Los galos trataban de marcar territorio en los compases iniciales. Con menos músculo que en otros torneos, quisieron demoler a su rival por velocidad, con penetraciones rápidas y muchas manos en la primera línea defensiva. Eso les permitía correr y encarar en solitario el aro español: 11-17.
A la Sub-18 le costó, pero se soltó. Cambió los papeles con su contrincante y empezó a robar balones. Y a volar a campo abierto. El resultado, parcial de 9-0 en 2:15 para dar la vuelta al marcador: 20-17 con un triple de Del Pino y cuatro puntos seguidos de Villar. Blanco descerrajó otro tiro exterior para el 25-19.
En defensa, la Selección se cerraba bien ante las internadas francesas y cambiaba rápido y con inteligencia. Pero los galos revivieron. Enorme mate de Houindo y triple de Boulefaa para el empate a 35. España estaba seca. Platteeuw chocaba por dentro con Houindo (Diallo tampoco estaba cómodo con él) y había demasiado bote perimetral sin movimiento. Atrevimiento individual, aunque sin cosechar grandes réditos, era la solución de un equipo nacional que se salvaba gracias a Giménez y a Huelves, y llegaba al descanso con empate a 39.
La vuelta de vestuarios no dio buenas vibraciones a España. La Sub-18 se apagaba poco a poco ante el empuje de su enemigo, que se mostraba más agresivo, en ataque, en la lucha por el rebote. Los galos sacaban un buen botín con las faltas (10 de 11 desde el tiro en el tercer cuarto) para escaparse en el marcador hasta el +11 (53-64). Boulefaa hacía mucho daño. Y Houindo dominaba la pintura.
La Selección, Marco Justo, se desesperaba. No había manera de meter mano a su rival. La zona tampoco servía. Solo pequeños arrebatos permitían a España mantenerse con vida. Un poquito de Huelves, un poquito de Del Pino. Algo de Platteeuw. Y 65-70 tras un parcial de 10-4. Sin embargo, malas decisiones en la defensa, con alguna mano metida a destiempo, dejaban a los galos con medio oro colgado en su cuello… pero llegó la relajación y el milagro de Del Pino. El resto, como se dice, es historia. ¡Y vaya historia!
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