Liverpool concretó hoy la difícil tarea de remontar el 3-0 que había cosechado en la ida ante Barcelona, y se metió en la final de la Champions League. El equipo inglés goleó 4-0 al conjunto capitaneado por Lionel Messi y alcanzó por segundo año consecutivo el partido decisivo del torneo de clubes más importantes de Europa.
El belga Divock Origi y el holandés Georginio Wijnaldum anotaron dos goles cada uno y fueron los héroes de los Diablos Rojos, que afrontaron este partido con las sensibles bajas del egipcio Mohamed Salah y el brasileño Roberto Firmino.
Barcelona estuvo lejos del nivel que mostró el miércoles pasado en el Nou Camp. El conjunto de Ernesto Valverde fue desbordado por un rival que expuso sus numerosas grietas defensivas y quedó a las puertas de la final de aquel torneo, que le es esquivo desde la temporada 2014/15.
El gol que Origi convirtió a los seis minutos de juego, en medio del vendaval inicial de Liverpool, respondió al plan inicial de Jürgen Kloop de acorralar a Barcelona desde el comienzo en Anfield Road.
El conjunto blaugrana se mostró aturdido y no encontró respuestas durante los primeros 13 minutos. A partir de allí, comenzó a emparejar el trámite y tuvo al menos cuatro ocasiones, tres protagonizadas por Lionel Messi, la segunda de ellas muy clara, y la restante por Coutinho.
Más allá de su incidencia en ataque, el papel que jugó el futbolista argentino fue el de finalizador de jugadas. Pocas veces pudo inmiscuirse en la construcción, y muchas menos asociarse con Coutinho o conectarse con Luis Suárez.
La ausencia de eficacia en los últimos metros resultó un dolor de cabeza para el blaugrana hoy vestido de amarillo en el complemento, porque en dos minutos se esfumó la diferencia que había logrado como local hace menos de una semana.
Los fantasmas de la última Champions, en la que Roma le dio vuelta la serie de cuartos de final, también de manera épica, comenzaron a aparecer.
Wijnaldum, que reemplazó a Robertson en el inicio del complemento, se puso el traje de héroe con una entrada por sorpresa al área penal a los 8 minutos y un cabezazo que dejó inmóvil y sin chances al arquero Marc-André ter Stegen, a los 10.
La serie, a esa altura, quedaba igualada. Barcelona debía meterse rápidamente en partido para convertir un gol y evitar los penales. Pero nada de eso sucedió.
Por el contrario, se durmió en un tiro de esquina desde la derecha, Trent Alexander-Arnold detectó la distracción y jugó rápido para Origi, que no falló ante ter Stegen y Gerard Piqué.
La temperatura en Anfield, de por sí elevada durante toda la noche, después de ese cuarto gol superó a la del infierno. Liverpool defendió la clasificación a la final con sus mejores armas. Barcelona ya no tuvo resto.
El equipo inglés intentará tomarse revancha de la final perdida el año pasado ante Real Madrid, el 1 de junio en el estadio Wanda Metropolitano de Madrid.
Su rival será el ganador de la restante semifinal, que definirán mañana Ajax y Tottenham en Amsterdam, con ventaja para el equipo holandés, donde juegan Nicolás Tagliafico y Lisandro Magallán, por 1-0.