El delantero de Rocafonda regaló el primer gol a Raphinha después de una jugada genial y marcó un golazo para la hemeroteca.

Lamine Yamal se fue de Lisboa con un sabor agridulce. Contento por la victoria, pero un pelín disgustado por su cambio tempranero. Buscaba resarcirse en la vuelta, en casa, delante de su afición. Y vaya si lo hizo. A lo grande. Firmó una actuación portentosa que bien hubiera merecido el MVP (hubiera sido el tercero tras los recibidos ante el Borussia Dortmund y Atalanta) pero se lo llevó Pedri, otra joya.
Lamine Yamal no necesita los goles para justificar su incidencia en el juego del equipo. Su fútbol es pura magia, va más allá. Pero había cierto runrún por el estancamiento en su faceta goleadora. La última vez que marcó fue el 6 de febrero ante el Valencia en la Copa del Rey. Para los más quisquillosos, ayer ante el Benfica les cerró la boca. Porque volvió a marcar. Y lo suyo ni fue un gol normal. Fue un golazo propio de un elegido. Se fue de Tomas Araújo, buscó ángulo y, desde fuera del área, se sacó una rosca suave que se coló por toda la escuadra. A Raphinha solo le quedó limpiarle la bota. “Su gol demuestra lo que es Lamine. Un futbolista espectacular”, dijo el brasileño. “Arriba tenemos dinamita. Son espectaculares”, añadió Pedri.
Recordó a Messi. Antes de marcar, había asistido a Raphinha en el primer gol del encuentro. No fue una asistencia al uso. Llegó tras una jugada genial en la que recordó las diabluras de Messi. Condujo, dejó atrás a su marcador, se deshizo de otro con un quiebro brutal y se la dio a Raphinha.
Con 17 años y 241 días, se ha convertido en el jugador más joven en marcar y asistir en un mismo partido de la Liga de Campeones. Esta temporada lleva tres goles en la Champions tras los marcados ante el Mónaco y el Atalanta.
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