Reanimó al equipo, hizo un hat-trick y, lo mejor, sacó una frase extraordinaria a Butragueño: “Me ha recordado a Pelé”. Una actuación histórica. De 10.
No fue ni un pájaro, ni un avión; sino un Balón de Oro. El 22 de octubre de 2024, entre las 22:15 y las 22:45h, un astro cruzó el cielo y siendo de noche, se hizo de día. Lo relatarán las crónicas pero, por si acaso, quedará este texto. Madrid vivió un fenómeno provocado por un fenómeno. Una de las apariciones más deslumbrantes de los últimos años. Vinicius fue adrenalina, taurina y cafeína. El salvador de un equipo en parada y sin respuesta. Empató en el 62′, hizo el segundo en el 86′ y selló el hat-trick en el 93′. Pero esto no es más que lo tangible y, siendo lo que es, es lo de menos. Porque Vinicius fue capaz de sacarle una frase extraordinaria a Butragueño. Y eso, damas y caballeros, es como ver una aurora boreal en el Sáhara. Historia. Algo que sobrepasa las bufandas. Y resumen de todo.
Vaya por delante un dato para resumir lo que estaba sobre la mesa de operaciones: el Dortmund se fue al descanso corriendo cinco kilómetros más que el Madrid. No había actitud, no había pulso. Por si no fuera suficiente, otro: el club sólo había remontado una vez en Champions, en toda su historia, un partido que se le puso 0-2 (a la Roma, en 2004). Esto no te lo salvan ni los valientes que acudieron al rescate de Ryan. Y de repente, Vinicius. Inexplicable. Porque su primera parte había sido igual de dantesca que la del equipo. Sin alma, sin colmillo, sin magia. Nada de nada.
Coraje de líder
Pero todo cambió en el 47′. Recibió en el pico del área y, sin dudarlo un segundo, arrancó para romper a Ryerson y estrelló un disparo en la maraña de defensas. No era más que el pregón. Esa mueca que esbozan los superhéroes en las películas cuando, con la batalla aparentemente perdida, saben que llegó su hora. Vinicius se volvió un demonio. Algo incontrolable. Imparable. Fue el que más remató (7), el segundo que más centros puso (6, sólo por detrás de Modric, con 7) y, con diferencia, el que más regateó (5). De hecho, fue el atacante que más veces intervino (67), bastante por encima de Rodrygo (59) y mucho más que Mbappé (37). Asumió galones. Y el resto es historia.
Y de repente, el ‘Buitre’
Cuando empujó con la zurda ese balón muerto para hacer el 2-2, ya llevaba varios intentos en su mochila. Y esa fue la dinámica. Encarar, encarar, encarar, encarar y encarar. Una y otra vez. Probarlo desde lejos y desde fuera. Romper y centrar. Cuando Vinicius encuentra esta versión, es un futbolista generacional. Y se demostró, sobre todo, en el cuarto gol. Llevaba media hora corriendo sin parar y, sin embargo, protagonizó una arrancada de 70 metros para regalar un gol de póster. Dejó atrás a Emre Can, mareado a Süle y tumbado a Kobel. Galopada histórica y definición con el interior. Un golazo. “Me ha recordado a Pelé”, dijo Butragueño en zona mixta.
Ahí lo tienen, sí. Probablemente lo más meritorio de Vinicius no fuese ni el echarse el equipo a las espaldas, ni hacer un hat-trick, sino sacarle una frase extraordinaria a Butragueño. El hombre templado, sereno, por momentos hasta excesivamente diplomático… dijo esa frase. En él debe ser prácticamente partirse la camisa, a lo Camarón. Sea más veces, Buitre. Y sea más veces, Vini, pensará él. Con este hat-trick, el brasileño iguala a Mbappé en la carrera del máximo goleador del equipo (ocho zarpazos entre todas las competiciones), pero gana al francés en asistencias: 7-2. Y se mete de lleno en la batalla por ser el máximo anotador de la Champions (sólo Kane, con cuatro, le supera en estos momentos).
Cuenta atrás de oro
Vinicius se ha sacado la espina de la Champions. Lo que le faltaba para certificar que está de vuelta. Lleva seis jornadas de Liga, seguidas, participando en goles; pero todavía no se había estrenado en Europa. Nada ante el Stuttgart, menos en Lille. Y de repente, tanto contra el Dortmund. Desde San Sebastián, donde hizo click, suma siete goles y tres asistencias (participa en un zarpazo cada 74′, el mejor promedio de su carrera). Y con él, al momento de su vida. No sólo el Clásico de este sábado, sino el próximo lunes, cuando recibirá su primer Balón de Oro. En el Châtelet de París. Ese galardón que nunca pudo ganar Pelé. Ese jugador al que Vinicius, la noche del 22 de octubre, recordó. Palabra de Butragueño. Amén.
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