El Madrid naranja empieza gris

Endrick pasa inadvertido en su estreno. Un gol de Chukwueze da la victoria a un Milan más rodado. Nico Paz, el mejor de los canteranos.

Fue un Milan-Madrid, 22 Copas de Europa les contemplan, a medio hacer. Once de los 22 jugadores de la plantilla de Ancelotti, la mayoría principales, continúan de vacaciones o en sus alrededores. Los demás llegan con el plomo de la pretemporada en las piernas. Al Milan, con más rodaje, también le faltaron jugadores importantes, entre ellos sus fichajes del verano, Morata y Pavlovic. Todo ayudó, pues, a que Endrick quedara en el centro de la escena de un duelo afeitadísimo y que resolvió un gol de Chukwueze, el de mejor tono en la cita. El Madrid fue lo que dijeron su alineación y su momento de la temporada, un equipo en mantillas a la espera de sus figuras conocidas y de Mbappé, el plutonio que debe rearmarle.

Lo cierto es que Endrick pasó de puntillas por el partido. Le hicieron una falta, que luego devolvió él, pidió sin convicción un penalti de Thiaw y le cazaron en un fuera de juego cuando recibió un pase con duende de Brahim. Dicen en Brasil que es un futbolista con dos corazones. Uno le lleva al área a 200 pulsaciones y otro no pasa de 40 cuando ingresa en ella por su frialdad para definir. En esa ocasión no se le desaceleró el pulso. Le costó controlar y rematar. Lo mejor de él fue su compromiso defensivo en la salida de la pelota de los centrales milanistas en los 45 minutos que le dio Ancelotti. El primer informe quedó casi en blanco.

Nada nuevo se anuncia en el diseño del Madrid para la temporada otoño-invierno que se avecina, salvo el ‘oranje’ butano por exigencias del patrocinio. Un 4-3-3 clásico, con Arda Güler en una banda y Brahim en la otra, Endrick en punta, Modric y Ceballos ‘volanteando’ y Mario Martín de mediocentro hasta que lleguen Tchouameni y Camavinga. Los canteranos son amores de verano: pasan al olvido en cuanto los entrenadores vuelven a la realidad de la competición oficial. Se han dado casos, pocos, en que esa relación imprevista ha perdurado. No parece que estemos ante uno de ellos.

Courtois para empezar

Mario Martín empezó mal, regalándole medio gol a Chukwueze. El otro medio se lo quitó Courtois, que no acusó el receso vacacional. Sacó esa y otra inmediatamente posterior de Nasti en un Madrid tan corto de preparación como de atención. Para el Milan era el tercer partido del verano y esa carga de batería extra se notó desde el comienzo. En las pretemporadas americanas se opera sin anestesia: dos semanas de entrenamiento con medio equipo y, de inmediato, un partido de octavos de Champions para arriba para abrir boca, con calor y humedad como ingredientes extra.

El Madrid paró la primera embestida alargando las posesiones al principio y dejando luego alguna huella en el área de Torriani: un remate testimonial de Arda Güler y otro, con mejor intención y el prólogo de un esprint vertical, de Brahim, el más afilado del equipo de Ancelotti. Muy poca cosa. Al frenazo del Milan no se sumó Chukwueze, viejo conocido del Bernabéu, donde tuvo alguna tarde diabólica. Fue un incordio para Fran García, que es más fuerza de asalto que de contención. En campo contrario, el lateral se sintió extremo y amenazó mucho.

Pesadilla nigeriana

La segunda parte fue para la academia. Algunos son sobradamente conocidos, especialmente Latasa, con amplia experiencia en Primera. También Nico Paz o Álvaro Rodríguez, con alguna aparición en el primer equipo. Otros estaban inéditos: los centrales Joan Martínez y Asencio o el mediopunta Palacios, que se lesionó seis minutos después de llegar al partido. Los chavales se llevaron el mal trago del gol de Chukwueze, que aprovechó bien el pase profundo de Liberali, quien previamente le había madrugado el balón a Brahim. Pérdida imprudente, repliegue deficiente y el supersónico nigeriano que ya vimos en la Liga.

Ese Madrid novato lo pasó mal. A Liberali se le fue alto un remate a puerta semivacía, Thiaw mandó al larguero un cabezazo a centro con lazo de Bennacer y Pulisic topó con el Lunin de Mánchester. Desajustes propios de un cambio masivo y de una zaga novata. Sin embargo, ese Madrid tan ‘castillista’ tuvo más presencia en el área del Milan que el de los titulares. A Álvaro Rodríguez se le marchó un mano a mano ante Torriani y a Fran García le cayó la mejor oportunidad en la peor de sus piernas. Para entonces Paulo Fonseca también había desfigurado el once de su equipo con los cambios y el partido murió con cierta sosería y algún buen apunte de Nico Paz, el más cercano a la primera plantilla, que en este Madrid casi galáctico no es demasiado.

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