Tres goles del polaco permiten remontar al Barça ante un Valencia que jugó toda la segunda parte con un jugador menos por expulsión de Mamardashvili.
Tres goles de cabeza, dos de ellos a la salida de un córner, y uno de falta permitieron al Barcelona sacar adelante un examen más complicado de lo que se esperaba ante un Valencia que cayó en Montjuïc por 4-2 tras jugar la mitad del partido con un jugador menos por expulsión de su portero. Con este triunfo, el Barcelona vuelve a la segunda posición y llega en ventaja a la final por el subcampeonato programada para el próximo sábado en Montilivi ante el Girona.
El partido se planteaba como el primero sobre la nueva era que se anunció hace poquísimo y, si hay que sacar conclusiones, a Xavi le queda mucha faena por hacer. Los jugadores que se suponen que llegaron para marcar las diferencias, con contadas excepciones como Lewandowski y Gündogan, siguen fallando, mientras que el Barcelona sigue sobreviviendo a base del talento, el empuje y el carácter de los jóvenes, especialmente de Lamine Yamal y Fermín.
En un partido que empezó al ritmo de los acomodados veteranos ante un Valencia que rotó mucho, fue Fermín el que despertó al Barcelona mediante sus asociaciones con Lamine Yamal. Los revoltosos del Barça animaron el partido en sentido positivo, mientras que la defensa lo animó pensando en los intereses del Valencia.
Baraja sabía que el equipo de Xavi sangra corriendo hacia atrás y se desangra si eso ocurre en la zona de Cancelo.
A los 22 minutos, Fermín adelantó al Barcelona con un cabezazo de los de antes a centro de Raphinha, que hasta ese momento había pasado por el partido de puntillas. El gol no cambió el plan valencianista, que siguió con su idea de balones profundos a la espalda de la defensa del Barça. Cinco minutos después del tanto de Fermín, Ter Stegen falló clamorosamente al salir a buscar uno de esos balones que se habían comido entre Araújo y Cancelo y a pesar de llegar con ventaja a la disputa quiso adornarse haciendo un sombrero a Hugo Duro. Una jugada que sólo cabe en la cabeza de los porteros. Cualquier central la reventaría. Ter Stegen no lo hizo, perdió el balón y Duro marcó a portería vacía.
La misma jugada se repitió a los 38 minutos cuando Araújo volvió a comerse otro saque del portero valencianista, Cancelo no cerró y en su intento de rectificar, Araújo entró como un tráiler y el penalti, de libro a pesar de las absurdas protestas del uruguayo, que tiene la cabeza más en Múnich que en otro sitio, lo convirtió Pepelu.
Con el 1-2, el Barça volvió a encomendarse a Lamine Yamal y Fermín. El primero forzó en el primer minuto de alargue de la primera parte la expulsión de Mamardashvili delante de los morros del asistente, que pasó de todo. El VAR le avergonzó. Las manos del portero fuera del área eran catedralicias. Roja al portero, que se merecía también el asistente.
En la reanudación, en superioridad, el Barça empezó sufriendo por un supuesto penalti de Iñigo a Peter Federico que fue el preludio del tanto del empate de Lewandowski a la salida de un córner, que el Valencia protestó por posible fuera de juego posicional de Fermín molestando a Jaume, que salió por Mamardashvili. Empezaba el festival del polaco.
Logrado el empate y con un jugador más, el Barcelona tenía que madurar el duelo, pero el Valencia se defendía del asedio como podía. Jaume se esforzaba en los saques de esquina, Yarek evitó un remate de Gündogan que iba para dentro y Pedri, después de perder una carrera, rectificó a tiempo cuando un atacante valencianista encaraba a Ter Stegen
Xavi puso a todo su arsenal en el campo, menos a Roque, para tratar de acogotar al Valencia a base de córners hasta que Lewandowski marcó su segundo tanto de cabeza resolviendo un lío en el área.
El polaco, en el añadido de la segunda parte, marcó un golazo de falta y completó un hat-trick que hace renacer al Barcelona, que no se resigna.
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