El Atleti se queda fuera de la Champions después de que el Dortmund le remonte en la primera parte, se levante y se vuelva a meter en la semifinal y los alemanes vuelvan a tumbarle.
El Atleti pudo levantarse una vez pero dos ya no. El camino de los alemanes se le terminó en Dortmund. El 2-1 de Madrid pronto dejó de ser equipaje en la vuelta de los cuartos de esta Champions, el Borussia lo había volteado como a un calcetín. El Muro asomó sobre el Cholo como un tobogán gigantesco lleno de cabezas, banderas y ruido para llevarle hacia el polvo, la nada. El Atleti pronto se vio sepultado por el fútbol eléctrico y vigoroso del Dortmund y sus propios pasos atrás, como si Simeone no hubiese aprendido ya, tras tanto golpe, que la historia la escriben los valientes.
Terzic pronto tomó el balón para demostrar que salía distinto a la ida. Con Brandt y a mandar. No habían pasado ni cuatro minutos y ya podía estar el Atleti un gol por detrás. Claro que también uno por delante. Fueron dos contras rápidas. En la primera, Adeyemi, al llegar, al área filtró para el remate a bocajarro de Sabitzer ante un Oblak casi vencido. De pronto, silencio, una pierna inesperada: la de Azpilicueta, que segó lanzándose al suelo. La jugada siguiente fue la contra del Atleti: Grizi peinó una pelota que venía de su portería para que Morata corriera con toda la hierba por delante, con todo a favor. Pero al llegar frente a Kobel, solo, mano a mano, se estrelló contra otro muro, el de su propia cabeza. Pensó demasiado, picó mucho, erró. Tardaría el Atleti en volver por allí una parte. Morata ya nunca lo haría. El Dortmund, mientras, vivía en el área de Oblak.
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Verticalísimo, se abalanzó sobre estos cuartos borrando al Atleti, simple arenilla. El pie de Brandt dirigía, rascaban Adeyemi y Sancho por las bandas, acogotaba Sabitzer. Atenazaban los alemanes con la pelota, con segundas jugadas, con balones largos en busca de Füllkrug… Y la espalda de Nahuel. Cómo Messi fue campeón del mundo así acompañado debería ser para Mulder y Scully, un Expediente X. El Atleti resistía, que su naturaleza es sufrir, pero Dortmund demasiado pronto se había convertido en Múnich, aquel asedio. Y por mucho que Giménez barriera, Witsel corriera y Azpilicueta salvara, esta defensa no es aquella con Godín, acorazada. Ni tenía a Nahuel. La autopista hacia Oblak. La resta de siempre pasado el efecto mundial. Un futbolista capaz de despejar un balón que se iba fuera hacia dentro y regalárselo a Brandt, que quebró (Witsel) y disparó raso. Oblak tocó, pero, claro, no es el que era. 1-0. El Dortmund comenzaba a doblar al Atleti. Cinco minutos más tarde lo había matado por primera vez.
De nuevo esa espalda-butrón, Nahuel: dejada de Sabitzer para el zurdazo cruzado de Maatsen y el 2-0. Treinta y ocho minutos en el Muro y todo estaba cambiado de sitio.
Nahuel no regresó tras el descanso. Ni Morata ni Azpilicueta, con amarilla. Triple cambio de un Atleti que volvería a ser valiente, a ser Atleti. Barrios la pedía, Roro encaraba, Correa salpicaba pimienta. Tres minutos después los cuartos volvían a estar empatados. Con solo eso: el Atleti levantándose y mirando de frente al Dortmund. Hermoso cabeceó un córner y, en su intento por despejar, Hummels se marcó en propia. 2-1. Al Muro le salían grietas: el himno del Atleti comenzaba a escucharse en el Iduna Park como si fuese Calderón. Entonces, la famosa contundencia. Le había faltado en la ida a Lino, antes a Morata y ahora lo haría a Correa, que mandó la pelota un palmo fuera en otro mano a mano frente a Kobel. Pero como la naturaleza rojiblanca es levantarse, cinco minutos más tarde ahí de nuevo estaba el argentino para finalizar con una volea a la red una jugada que comenzó en Grizi y tuvo dos disparos y rechaces. La eliminatoria otra vez volteada. El Atleti en semifinales. Pero al Dortmund le quedaban 27 minutos para otra vuelta de tuerca y dejar en cartón mojado toda la épica, la remontada, el corazón rojiblanco.
Bynoe-Gittens, primer cambio de Terzic, saludaba a Oblak con un balón envenenado. El siguiente, un cabezazo de Füllkrug, se fue dentro para devolverle color y la prórroga al Dortmund. Dos más tarde, Sabitzer le llenaba de polvo el traje al Cholo al derrumbar por completo el Muro sobre su cabeza. Balón suelto y zurdazo a la red. El 4-2 final. Dos minutos había tardado solo el Atleti en perder lo que tanto le había costado. La segunda vez que murió fue definitiva, mientras, los alemanes tomaban su propio camino hacia la semifinal.
AS