El madridista esperó a España y unas muestras de afecto que no llegaron. Mientras, desde Marruecos, le prometieron ser cabeza de cartel de un proyecto muy ambicioso.
La victoria del Real Madrid sobre el Celta, solventada por un esprín final contundente (4-0), tardó poco en ser opacada por una noticia que ya había anticipado este periódico: Brahim Díaz elige Marruecos. Todo se aceleró con la finalización de los trámites de nacionalización para así abrir definitivamente la opción norteafricana. En ese momento, no estaba del todo decidido. El debate estaba ahí. Aunque ya latía fuerte la opción de Los leones del Atlas. Sin embargo, desde la RFEF, aunque estaba en los planes su convocatoria para el parón venidero, se mantuvo una postura de inmovilismo para con el madridista. Una ausencia de gesto y/o muestras de cariño que terminaron de decantar la balanza.
El anhelo de Brahim era ser internacional con España, más allá del amistoso en el que la Sub-21 se disfrazó de Absoluta a causa del positivo en Covid-19 de Busquets (victoria ante Lituania por 4-0 con gol del malagueño). No obstante, la espera se tornó eterna mientras otros futbolistas sí eran llamados a filas. Con la selección adulta, en torneos como la Nations League los atacantes elegidos fueron Álvaro Morata, Joselu, Rodrigo Moreno, Marco Asensio, Ansu Fati, Dani Olmo y Yeremy Pino. Con la Sub-23, también con Luis de la Fuente al frente, fueron a los Juegos Olímpicos Bryan Gil, Marco Asensio, Dani Olmo, Mikel Oyarzabal, Rafa Mir y Javi Puado. Dos ausencias dolorosas en el fueron interno del futbolista, que venía de ser, antes de la fase final de la Nations League, titular y clave en el Milan de Pioli, campeón de Scudetto y posteriormente semifinalista de Champions League.
Otros jugadores como Ferran Torres, Nico Williams, Bryan Zaragoza, Abel Ruiz, Rodrigo Riquelme o Pablo Sarabia sí que tuvieron la oportunidad, en un momento u otro, de aparecer en la lista de la Selección, pero Brahim seguía esperando. Y tampoco, cuando el runrún del potencial llamamiento de Marruecos se ampliaba, llegó contacto personal alguno desde la RFEF. Brahim llevaba, más allá de querer discernir su futuro internacional, esperando varios años un gesto por parte de la Federación Española. Una muestra de cariño y de interés. Ya no que le asegurase convocatorias futuras, sino para ser consciente que se contaba con él. Por la particularidad de su caso. Algo que en contextos similares, como el de Lamine Yamal con el que hubo reunión personal para ‘convencerle’ de que optase por la roja española en lugar de la marroquí, sí ocurrió.
Cabeza de cartel
Y Marruecos hizo su parte. La abuela de Sufiel, padre y agente del futbolista, abría la posibilidad de la nacionalización y desde el país norteafricano trazaban un plan pausado y concienzudo. Su intención no era -y eso- que convertir a Brahim en cabeza de cartel de la actual semifinalista del último Mundial. Ser la estrella, junto a Achraf Hakimi, de un proyecto ambicioso. Se convirtió prácticamente en cuestión de Estado y las muestras de afecto fueron una constante. Por parte de deferentes entes federativos, a través de reuniones y declaraciones públicas, y de Walid Regragui, el seleccionador marroquí. El técnico, tanto ante los micrófonos como de manera privada, le mostró siempre un especial cariño que también han resultado fundamentales a la hora de decidir. Si no hay ningún fleco burocrático que lo impida, Brahim estará en la lista de Marruecos que se anuncia este jueves para enfrentarse a Angola (22 de marzo) y Mauritania (26 de marzo). Vestirá una roja distinta a la que durante muchos años pensó que luciría.
AS