Argentina goleó a Croacia 3-0, con una actuación muy convincente, y el domingo jugará la final del Mundial de Qatar buscando su tercer estrella. El alma, el corazón y el juego del equipo nacional, en el estadio Lusail, nuevamente con masiva y ruidosa presencia de hinchas argentinos, gozaron de una dupla ofensiva letal: Lionel Messi y Julián Álvarez.
No hubo espacio, en esta ocasión para el sufrimiento ni la angustia contenida. Ni siquiera en la cerradísima primera media hora del partido, cuando Croacia imponía el buen manejo de sus volantes -con Luka Modric, completo e inteligente, como estandarte, Marcelo Brozovic y Mateo Kovacic- pero no conseguía preocupar a la sólida defensa argentina.
Tanto faltan los espacios y tanto eran los resguardos defensivos que recién a los 24 minutos se produjo la primera situación neta: un derechazo de media distancia de Enzo Fernández que motivó una destacada estirada del arquero Dominik Livaković para desviar.
Y el partido se abrió, y tuvo su momento bisagra, con un pase estupendo, en una veloz transición, de Enzo Fernández a Julián Álvarez, quien fue derribado por Livakovic cuando quedaron cara a cara. Lionel Messi pateó, y convirtió, el penal, a los 33 minutos.
Messi, además, extiende su larguísimo currículum de récords: quedó en exclusividad como máximo goleador de Argentina en Mundiales, lleva 11 goles, uno más que Gabriel Batistuta y tres más que Guillermo Stábile y Diego Maradona. Además, Lio igualó la máxima presencia de un futbolista en Mundiales, lleva 25 igual que el alemán Lothar Matthaus y lo superará el domingo.
Cinco minutos después de ese gol clave, Julián Álvarez produjo un deja vu de la final del Mundial de 1978 y le dio a Croacia el golpe de gracia. A lo Mario Kempes, en aquel inolvidable partido con Países Bajos (Holanda, en aquella época), el ex delantero de River Plate y actual de Manchester City arrancó de atrás de mitad de cancha, a pura potencia, velocidad y gambeta, descartó opciones de pase y se jugó con fe por la personal, capitalizó un último rebote y punteó la pelota ante la salida de Livakovic. Golazo.
Antes de finalizar el primer tiempo, un cabezazo de Alexis Mac Allister obligó a Livakovic a otra sensacional tapada para evitar ir a buscar nuevamente la pelota dentro de su arco.
Volvió a lucirse el arquero croata, a los 12 minutos, para atajar un disparo de Messi, luego de una pared con Enzo Fernández. Era contundente la superioridad de Argentina, encontrando los espacios que tanto faltaban al principio y originándole dudas a Croacia.
Otra genialidad de Messi -disimulando una molestia en la parte posterior de su pierna izquierda- originó el tercer festejo celeste y blanco. El rosarino controló, gambeteó, hizo inútil la férrea persecución de Josko Gvardiol, que intentó infructuosamente marcarlo, giró y le dio la asistencia a Julián Álvarez para el derechazo goleador, a los 23 minutos.
Croacia había mantenido su arco invicto en dos partidos (empates con Marruecos y Bélgica) y recibido sólo un gol en los otros tres (triunfo ante Canadá y empates, luego transformados en festejos mediante los penales, con Japón y Brasil) en este Mundial. Pero ante la dupla Messi-Álvarez, esa fortaleza protectora se desmoronó. Elogiable la actitud de los croatas, en contraste con los neerlandeses en el partido anterior, aceptando con dignidad la superioridad argentina y sin reaccionar con mala conducta.
Con el ingreso de Lisandro Martínez para repetir el esquema con tres marcadores centrales, la tranquilidad se mantuvo. Y hasta tuvieron sus primeros minutos en cancha los únicos tres jugadores de campo que no habían jugado hasta hoy: Paulo Dybala, Juan Foyth y Ángel Correa.
El domingo, a las 12 del mediodía (hora argentina) será la gran final en el estadio Lusail. Francia o Marruecos -mañana disputarán la otra semifinal- significará el último paso para esta Selección de Lionel Scaloni que elevó altísima la enorme ilusión de todo un país.