El polaco devuelve carisma y fe al Barça con cuatro goles en tres partidos (cifras que no se veían desde Maradona en 1982) y enamora a la afición y al vestuario, que encuentran de nuevo un referente en el campo.
Robert Lewandowski ha caído de pie en Barcelona. No han sido sus cuatro goles en tres partidos, cifras que en un debutante no se veían desde que aterrizó Maradona en 1982. Ha sido su manera de encajar en el vestuario con humildad, pero con personalidad. A Lewandowski le gusta hacer valer su jerarquía con sus goles, sus disputas con los rivales o sus conversaciones con los árbitros. Pero también con los compañeros, a los que grita, aconseja y da instrucciones. Contra el Valladolid se le vio aleccionar a Eric, Raphinha o Koundé en cada una de las celebraciones de los goles. Se ha metido rapidísimo en la piel del Barça y ha calado en la afición, que se siente segura con el polaco en el campo y lo considera una garantía. “Es un líder natural en el campo, un ejemplo”, dijo Xavi. “Un delantero muy top”, le alabaron Koundé y Balde. Pedri ya había empezado la ronda de elogios la semana pasada en el Reale Arena (”tiene 34 años pero parece que tuviese 20″). A Lewandowski se le ha visto, además, especialmente cariñoso con Ansu. Tendrá secretos que contarle sobre el gol.
La prensa de Barcelona se deshizo en elogios al polaco este lunes. “El Barça ya gira alrededor de Lewandowski”, titulaba su crónica elAra. Mundo Deportivo lleva el término “killer” a su portada y hasta alguna columna (Santi Nolla en Mundo Deportivo) se refiere a él como el ‘polaco volador’ (hay quien quiso ver en el 1-0 ante el Valladolid una fotocopia de aquel recordado gol de Johan Cruyff a Reina en un vuelo imposible, con un grado de dificultad muy superior al de ayer).
En tres partidos, Lewandowski ya se ha colocado como máximo goleador del campeonato junto a Borja Iglesias, y ha borrado las sospechas que en algunos sectores levantó su fichaje por sus 34 años recién cumplidos. Al menos, a efectos de rendimiento inmediato. El polaco, al menos en este inicio, ha demostrado vigor y energía. Se le intuye, además, feliz con el paso que ha dado en su carrera. Con frescura e ilusión. Sus progresos con el castellano impresionan, un detalle más de que no ha venido a mirar telarañas los próximos cuatro años. Es cierto que las grandes citas no han llegado aún para Lewandowski, que pronto va a tener la más especial cuando visite el Allianz Arena para reencontrarse con el Bayern. O cuando se mida en octubre al Madrid de Benzema o el Inter de Lukaku y Lautaro. Pero, de momento, ha presentado sus credenciales. Su intuición para leer la jugada, su inventiva para pensar un remate nuevo en cada acción y su calidad de ejecución seducen. A leguas se ve que es un futbolista especial que, además, se impregnó en el Bayern de esa voracidad que transmite en todo lo que hace en el campo. Con Lewandowski ha llegado un nuevo liderazgo al Barça.