
Como una ofrenda anticipada, el domingo pasado Boca Juniors, ese equipo y esos jugadores que moldeó y levantó, ofreció su mejor producción con una espectacular goleada a Newell’s. También este último fin de semanas, dos ex futbolistas, que ayudó a crecer y condujo en el Vélez Sarsfield campeón 2005, Leandro Gracián y Ariel Broggi, celebraron alcanzar la final por el ascenso a la Liga Profesional.
Para un tremendo apasionado del fútbol como era -lamentablemente, hay que utilizar el pasado- Miguel Ángel Russo, no pudo haber mejor despedida y homenaje futbolístico. Sobre el rectángulo verde, disfrutó y fue feliz. Primero como ese batallador, distribuidor e inteligente tácticamente volante central en Estudiantes de La Plata, la única camiseta de club que vistió, y de la Selección Argentina.

Luego inició un largo recorrido como director técnico y se convirtió en uno de los máximos referentes argentinos. Estudioso, simple, trabajador, planificador, capaz, atento a todos los detalles, aplicando la lógica. Debutó en Lanús y ganó la Liguilla y el ascenso en 1980 y salió campeón de Primera B en 1992. En la segunda división también fue campeón con Estudiantes, integrando una dupla con Eduardo Manera, en 1995 y con Rosario Central en 2013, regresando a la gloria a dos entidades que lo erigieron en ídolo.
En la categoría máxima también fue campeón: con Vélez Sarsfield en 2005 y con Boca Juniors en 2019-20. También conquistó la Copa de Liga, con Boca Juniors en 2020 y con Rosario Central en 2023. En el exterior, dio vueltas olímpicas con Millonarios, en Colombia en dos ocasiones: 2017 y 2018. Y con Boca Juniors fue campeón de la Copa Libertadores en 2007.

Su trayectoria como DT incluyó, además, Universidad de Chile, Salamanca de España, Colón, Los Andes, Monarcas Morelia de México, San Lorenzo, Racing Club, Alianza Lima de Perú, Cerro Porteño de Paraguay y Al Nassr de Arabia Saudita.
Ese maldito cáncer de vejiga que empezó a afectarlo hace ocho años, y al que enfrentó con valentía y determinación, se incrementó en los últimos meses. Se notaba en su desmejorado aspecto físico, sin embargo no quiso alejarse de su gran pasión. Lo habló con su familia y con sus amigos más cercanos y acordaron que hasta último momento seguiría firme en su gran pasión. No podía estar fuera de ese ámbito que tanto lo seducía, esa fue su lógica elección.
Hoy, miércoles 8 de noviembre de 2025, se llegó al triste e irreversible desenlace. Miguel Ángel Russo, Miguelito o Miguelo, falleció a los 69 años (había nacido el 9 de abril de 1956), en su propio domicilio. Se fue una persona que no solamente dejó una enorme marca como futbolista y como director técnico, pero sobre un gran tipo, un hombre respetuoso, querible y con una enorme calidad humana.