Surf & rock: torneo top de tablas largas y recital de Fer Ruiz Díaz

“Estoy realmente feliz de estar acá, con ustedes, frente al mar, viendo este torneo y disfrutando juntos de la cultura de playa. Vienen siendo días increíbles en Mardel y Chapadmalal. El año pasado llegué al infierno, sufrí en lo espiritual por lo de Gaby y en lo físico por una hernia, pero hoy es distinto y está siendo todo muy fuerte… Mejoré de la lesión, me reencontré con el surf, mi hija Lila se enamoró el deporte, yo conocí a un grosso como Fernando Aguerre y ha sido todo emocionante, en parte recordando a mi hermano que se nos fue hace justamente un año”. Fernando Ruiz Díaz no para de hablar. Y, haciendo una especie de catarsis, se sincera, a corazón abierto, ante el público que disfruta de su música. Y también de su franqueza.

Toca el líder de Catupecu Machu y Vanthra. Y habla. Casi en igual proporción. Básicamente porque está contento, siente que en estos días de vacaciones recuperó la sonrisa, el disfrutar de la vida, luego de tanto sufrimiento. Y mucho ha tenido que ver el surf y por eso le devuelve a su manera. “Claro, porque el surf es curativo. Para el cuerpo y el alma. Fer es una persona sensible, especial, y ahora le toca experimentarlo a él, como le ha pasado a tanta otra gente”, acota Aguerre, el padre del surf olímpico, quien pegó una onda terrible con el otro Fer, hablaron mucho de surf e incluso, de forma espontánea, formaron una dupla musical –uno con guitarra y voz, el otro con diyeridú y voz- durante esa tertulia surfera que se realizó para inaugurar el Ala Moana Surfshop de Chapa.

Para Fer es un día más en Chapatrapa, el balneario que lo cobija durante estos días mágicos. Goza de ver a su hija (8 años) surcar las olas y disfruta del Ala Moana Longboard Fest, la competencia que fue la primera fecha del circuito de tablas largas que organiza la Asociación de Surf Argentino y fue presentado por Quiksilver y Roxy. Pero, de repente, Ruiz Díaz decide algo que no estaba en los planes: subir a un improvisado escenario y tocarse unos temitas. Ataviado con un poncho, el carismático frontman del rock nacional cautiva a la playa. Muchos se acercan, no pueden creer que esté tocando él, gratis, pese a que a la noche tiene un recital en un teatro marplatense. Y él hace bramar la guitarra y con su vozarrón, impacta, sobre todo con sus hits como Magia Veneno y En los Sueños, un tema que habla del mar. Todos se prenden en los estribillos, incluso los surfistas que acaban de terminar de competir en este torneo. “Les agradezco sobre todo a ellos, que hacen magia en el agua. Yo soy un cornalo (significa “principiante” en el lenguaje surfero), con mi longboard, pero como me dijo Señor Flavio, el mejor surfista no es el que mejor surfea olas sino el que más se divierte en el agua”, reflexiona y recibe el aplauso cerrado de la gente mientras remata su perfomance con una frase a grito pelado. “Aguante el surf y la cultura de playa, che”.

Fue una hermosa jornada en Chapa, con calor, buenas olitas, muchos espectadores y un interesante nivel de surfing, con varias revelaciones en el agua. En especial Nicolás Ludovino, el marplatense de 21 años que hace cuatro se fue a vivir a Pipa, Brasil. “Estaba justo acá de vacaciones, sin tablas ni nada, pero me contaron que había un torneo de longboard, me prestaron todo y decidí anotarme. Fue hermoso poder ganarlo. En Brasil gané un torneo en 2019 y me va bastante bien, pero me pone contento poder lograrlo acá y tener este reconocimiento. Ojalá se puedan seguir haciendo estos torneos de longboard en el país, porque hay mucho talento”, cuenta el espigado atleta que sorprendió con su estilo para caminar la tabla y hacer diversas maniobras tan típicas de los magos de esta modalidad (tablones de más de 2m75) que resurge con fuerza a partir de un estilo distinto al de las tablas cortas, mucho más explosivo y radical.

Ludovino se dio un gustazo porque, además de ganar, venció al favorito en la final. Hablamos de Surfiel Gil, el talentoso surfista que viene dominando esta categoría desde hace años y en 2019 arañó la medalla de bronce en el debut del surf en los Panamericanos. El noveno hijo de Daniel Gil, pionero de este deporte en el país, festejó junto a Nicolás, en otra demostración de la camaradería que existe en el surf. Ambos salieron tomados de las manos mientras surfeaban una última ola juntos y luego del abrazo en la playa, Surfiel fue uno de los dos que levantaron en andas al campeón. Agostina Pellizzari se impuso en damas, tras derrotar a Evelyn Gontier. En Junior, el triunfo fue para Marcos Calandra, seguido por Valentino Zazzeri. El evento, que fue acompañado por Ford y sus camionetas, claves para el traslado de la logística al point ubicado en la Ruta 11, repartió 40.000 pesos en premios y 60.000 en vouchers para retirar prendas en Ala Moana Surfshop. Así terminó un día de surf & rock para repetir cuanto antes… 

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