Federico Scurnik, arquero, capitán, ídolo y referente de San Martín se despidió del club de Burzaco después de ocho temporadas. La última fecha del Clausura de Primera C, con San Martín recibiendo a Atlas, marcó el final de un exitoso ciclo para el futbolista y psicólogo deportivo.
Aunque pasó primero por Comunicaciones, Lamadrid, Deportivo Paraguayo, Ituzaingó, UAI Urquiza, Dock Sud y Laferrere, Scurnik encontró su lugar en el mundo en el arco de San Martín. Y entre sus recuerdos más valiosos está el ascenso de 2014.
“Fue la última función en mi teatro preferido con mis fieles compañeros de elenco, cualquier cosa que pueda escribir no puede ni acercarse a los sentimientos q me atraviesan”, posteó Scurnik en sus redes sociales
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“Las estadísticas deportivas marcan 8 temporadas, más de 200 partidos, un ascenso, salvarnos en el último minuto de descender, 10 penales atajados y un promedio de 1 gol y pico recibido por partido”, continuó.
Scurnik afirmó: “Me considero un aceptador nato de la realidad, no me detengo a lamentarme ni reprocharme nada, todo lo que soy y lo q tengo, lo bueno y lo malo, lo entregué sin guardarme nada. Las cosas vividas me las llevo en la memoria y en el corazón, donde guardo atajadas que son para siempre, festejos que son para siempre y lágrimas que son para siempre”.
Finaliza su emotiva despedida diciendo: “Eternamente agradecido a todos los que formaron parte de mi largo proceso en el club. Nos estaremos cruzando en algún momento, porque dejaré de ser el arquero, pero voy a seguir ligado desde el profundo sentimiento que me une a esta gloriosa institución”.
Scurnik, con 37 años y una amplia experiencia en el fútbol de ascenso analiza propuestas para extender su carrera en otro club: “Me quedan todavía unas cuantas funciones más”, resalta.
El arquero le agregó a IAM Noticias unas palabras más sobre su sentimiento hacia San Martín: “Me quedaría corto, este club me dio todo, mucho más de lo que merezco. Estoy eternamente agradecido porque tuve muchos aportes positivos que me los valoraron, pero también he mostrado una cara no tan buena y nunca me dieron la espalda. San Martín fue mi casa y mi familia durante ocho años”.