Antonela Curatola, una de las jugadoras más trascendentes del vóley nacional y sobre todo de Vélez Sarsfield, decidió ponerle punto final a su carrera. Y lo hizo de la mejor manera: sumando un nuevo título, la Liga Metropolitana en un partidazo final ante Gimnasia y Esgrima.
Unos días después de esta última función, Curatola, en una entrevista con IAM Noticias, detalla sus sensaciones: “Viví un mar de emociones seguidas. El jueves pasado jugamos la semifinal con San Lorenzo y no sabía si iba a ser mi último partido. Ganamos y ya sabía que el siguiente partido, pasará lo que pasará, sí sería el último”.
“En el entrenamiento del viernes tuve otra gran emoción. Mi novio, con el apoyo del cuerpo técnico y mis compañeras, armó un video y cuando terminamos de entrenar, en el Ana Petraca, apagaron las luces y proyectaron el video sobre una pantalla. Fue una sorpresa total”, cuenta.
Llegó el sábado, día de la final con Gimnasia y Esgrima La Plata, y la ahora ex jugadora recuerda que “me levanté con mucho nerviosismo, más que en un partido cualquiera. Traté de tomarlo con calma, sabiendo que tenía el apoyo del cuerpo técnico y compañeras, que muchas además son amigas. Con la entrada en calor fueron pasando los nervios y después en el partido, con los movimientos habituales de tantos años, fue creciendo mi confianza”.
Curatola, de 29 años, resalta que “el partido fue muy bueno y con muy buen nivel de los dos equipos. Fue una final a pura emoción. No me imaginé perdiendo, en la visualización que nos enseñó nuestro psicólogo deportivo me veía campeona. En un momento se complicó, pero en los puntos finales me convencí. Y fue 15-13”.
La carrera de Curatola en el vóley incluyó no sólo Vélez Sarsfield, el club de sus amores, sino también pasos por Boca Juniors y Bell Voley en la Liga Nacional, experiencia europea en Haro Rioja, de España, y Rote Raben Vilsbiburg, de Alemania, y convocatorias a la Selección Argentina, jugando, entre otros torneos, el Mundial 2014 de Italia.
¿Le faltó algo más? Antonela responde: “Sí, me faltó un Juego Olímpico. Me quedé a las puertas en Rio de Janeiro. Pero al año siguiente participé de los Juegos Olímpicos Universitarios, que si bien no son lo mismo no tienen mucho que envidiarle. Sólo me faltó eso: un Juego Olímpico”.
Asegura que “el balance de tantos años en el voley es hiperpositivo. Si bien de pequeña tenía sueños, ni ahí hubiese pensado que iba a conseguir tanto”.
“Empecé jugando al voley en el colegio y como mi profesor vio que tenía condiciones le recomendó a mis padres que me llevasen a un club. Ahí los puse con la espada contra la pared: era Vélez o Vélez. En esa época tuve la posibilidad de ver en el Mundial, en el Luna Park, a la Selección de Conte, Elgueta, Ferraro, Bidegain, Milinkovic, Darraidou… Había hecho natación y patín, pero me convencí que el voley era mi deporte. y empecé a soñar desde muy chica, aún sabiendo que sería muy difícil llegar”, rememora.
En el tramo final del recorrido de Curatola surgió un tremendo flagelo: la pandemia de coronavirus. Dice que “fue algo muy duro, pero no sólo para el mundo del deporte sino para el mundo en general. A nosotras, acostumbradas al día a día en el club, nos hizo mal pasar a estar encerradas y a cortar nuestra actividad habitual. Pero, por supuesto que fue necesario”.
“Somos una familia, sabemos todo de cada una de nosotras y aunque no somos todas amigas, el compañerismo entre todas es muy grande. Pasamos de compartir entrenamientos cinco días por semana y de jugar partido los sábados, a tres encuentros por zoom, de 45 minutos cada uno, para entrenar. Hubo que controlar la ansiedad y tratamos de sobrellevarlo de la mejor manera”, añade Curatola, que es periodista deportiva.
Explica que “la decisión de retirarme la venía masticando desde el año pasado, antes de la pandemia. Tenía claro que iba a retirarme en una cancha y no en medio de la pandemia. Ni siquiera me acuerdo cuál fue mi último partido antes de la interrupción de los torneos por el coronavirus. Un día lo hablé con mi técnico Guillermo Nazabal, con quien tengo mucha confianza, y le comenté que iba a jugar un último partido. Me respondió: el último partido no, será el último torneo“.
La Liga Metropolitana -tras la irregular Liga Argentina, con deserciones de equipos en pleno certamen por casos positivos de Covid- sería ese último torneo. “No sabía que iba a pasar, arrancamos con dos zonas de cinco equipos y en la nuestra nos tocaron rivales muy fuertes. Empezamos con 3-0 a Gimnasia y a River y me puse a soñar que podía retirarme campeona”, revela.
Antonela destaca la importancia de su familia: “Son realmente mi equipo número 1, siempre elijo jugar con ellos. Me apoyaron siempre y me acompañaron en todo momento. Hicieron el esfuerzo de llevarme de chica a los entrenamientos, de estar en los partidos. Hasta cambiaron la fecha de vacaciones, por mis pretemporadas”.
“Mamá fue a verme a todos lados, hasta fue a Perú y Chile cuando jugué con la Selección. No había torneo que se perdiese. Mis hermanos más chicos, nada celosos, también me acompañaron siempre, aunque por ahí no les hiciese demasiada gracia perderse un fin de semana. Mi familia siempre estuvo al pie del cañon. Y eso que antes eran cero voley, no somos como el caso de los Conte o los Uriarte”, argumenta.
Difícil imaginar un quiebre definitivo entre los caminos de Curatola y Vélez. Ella anticipa que “tengo tres posibilidades para seguir ligada. Tengo carnet de entrenadora de voley, es una herramienta, me siento capacitada después de tantos años en este deporte. Otra es el Departamento de Violencia de Género, encabezado por Paula Ojeda; vengo colaborando desde mayo del año pasado y hay proyectos muy lindos, más allá del voley, apuntandos a las deportista femeninas del club. Y la otra posibilidad es en la Junta Histórica de Vélez, con tantos años dentro del club puedo aportar un montón de datos e historias que se fueron perdiendo”.