En un bucle. Argentina entró en un loop del que no puede salir. Repite resultados, que no son negativos, es cierto, pero tampoco representan triunfos. Lo preocupante, más allá de esto, es que el círculo encierra una escasa proporción de juego colectivo en cada partido. Apenas Lionel Messi, con apariciones tan fulgurantes como intermitentes, se escapa de la media.
El equipo de Lionel Scaloni no encuentra respuestas. No las tiene en las decisiones del técnico antes de cada encuentro, así como tampoco durante el desarrollo de cada partido. Argentina es un conjunto de excelentes nombres acumulados en un campo de juego, que no cuenta con un DNI colectivo. Y así se hace difícil.
Se le dificultó, de hecho, en los últimos tres compromisos. Los primeros después de un largo receso. Empató con Chile y con Colombia por Eliminatorias, y fue Juan Foyth el que tuvo que sacar la billetera de su bolsillo para pagar los platos rotos. Justa o injustamente, el defensor de Villarreal, incluso, quedó fuera de esta Copa América.
Sin embargo, la defensa argentina continúa cometiendo errores de interpretación del juego. Otorgó penales a sus rivales en los últimos dos partidos más por error propio que por virtud ajena. Y la victoria en ambos casos se disolvió. La última, esta noche, nuevamente ante Chile, en el estreno en la Copa América.
Hacia el otro costado, el arco queda siempre a un campo de distancia. Y la inexistencia de conexiones, más allá de alguna esporádica, impide el arribo con peligrosidad al área rival. Hoy Argentina construyó algunas situaciones, es cierto. Pero fueron confeccionados por la inspiración personal, antes que por una matriz de juego.
En este contexto, y como en muchos otros contextos anteriores, Argentina deberá mejorar si quiere jugar de tú a tú con seleccionados de mayor calibre. Tiene con qué hacerlo, aunque el técnico siga con su apuesta por jugadores que aportan más vértigo que posibilidades de elaboración. Jugando como esta noche, la final en el Maracaná quedará muy lejos.