La Copa Sudamericana fue el salvavidas de Cristian González, porque cuando tenía un pie y medio afuera del club como entrenador de Rosario Central el equipo reaccionó y la victoria ante San Lorenzo le dio el aire necesario para continuar en el cargo y luego se terminó logrando la clasificación a los octavos de final.
Por sorteo tocó Deportivo Táchira, uno de los equipos, aparentemente, más débiles.
“A priori, todo el mundo está contento. Entre todos los rivales que había, la gente de Central elegía a éste, pero no significa nada. Para salir campeón, hay que ganarles a todos, pero si uno puede elegir, bienvenido sea. Este adversario no tiene la historia de los otros equipos clasificados. Igualmente, todo se termina cuando arranca el partido y ahí se debe demostrar la superioridad desde lo futbolístico, porque no se gana más con la camiseta”, remarcó esta mañana en la emisora radial LT2.
También se refirió a los 860 metros sobre el nivel del mar que hay en San Cristóbal: “La altura siempre es un condimento extra, no todos mis jugadores tuvieron la posibilidad de jugar en esas condiciones. El primer partido es en Venezuela, iremos con todos los recaudos necesarios, no nos olvidemos que este proyecto está encabezado por los juveniles. Por momentos terminamos jugando con nueve futbolistas surgidos de las inferiores del club en el torneo. Así que debemos seguir trabajando para que los chicos estén a la altura de esta clase de compromisos internacionales, tendremos muchas charlas con ellos”.
Finalmente, dejó en claro que quiere jugar en el Gigante de Arroyito, tras lo sucedido en la fase inicial con Huachipato de Chile y 12 de Octubre de Paraguay, a quienes debió recibir en la cancha de Banfield.
“Fue lo primero que hablé con los dirigentes. Es una obligación jugar en nuestra cancha, más allá que no tengamos gente. En cada partido de local les decía que debíamos jugar en el Gigante, no puede ser que fuimos el único equipo que debió hacerlo de visitante dos veces de los tres en casa que teníamos, es dar una ventaja”, aseguró fastidioso el Kily González.