
En el marco de su Témporada 2025 y después de la exitosa presentación de Carmina Burana, la Compañía Clásica del Sur presenta el Réquiem de Giuseppe Verdi. La propuesta tendrá lugar, este fin de semana, en la Parroquia “Nuestra Señora de Caacupé”, en el barrio porteño de Caballito, y la fascinante Catedral “San Isidro Labrador”, en el corazón de San Isidro, replicando de algún modo la intención de su estreno, ocurrido en 1874 en la iglesia San Marco, en Milán.
Desde entonces, el Réquiem se alza como una de las cumbres de la música sacra y, al mismo tiempo, como una de las obras más intensas y dramáticas de todo el repertorio sinfónico-coral. Nació como homenaje al escritor Alessandro Manzoni, venerado por Verdi y símbolo del Risorgimento italiano. Su muerte impulsó al compositor a concluir un proyecto que se remontaba al frustrado Réquiem por Rossini de 1868, del cual había quedado el Libera me, luego convertido en movimiento final de la misa.
Aunque Verdi se confesaba escéptico en cuestiones de fe, volcó en esta obra toda la energía acumulada tras haber compuesto 26 óperas. El resultado fue una partitura monumental para cuatro solistas, coro y gran orquesta, donde la espiritualidad convive con el dramatismo operístico. El célebre Dies irae, con su desbordante poder coral y orquestal, evoca el Juicio Final con violencia inédita, mientras que secciones como el Offertorium o el Agnus Dei transmiten una serena intimidad. El Libera me final, de sobrecogedora intensidad, cierra la obra suspendida entre la desolación y la esperanza.
En su estreno, la recepción estuvo dividida: Hans von Bülow descalificó la obra como “una ópera con ropajes eclesiásticos”, pero Johannes Brahms salió en su defensa asegurando que “solo un genio podía haber escrito tal obra”. Con el tiempo, la crítica reconoció su auténtica naturaleza sacra, más allá de la teatralidad verdiana. Como señaló el estudioso Julian Budden, Verdi “explotó al máximo todos los recursos musicales” sin las restricciones del teatro, logrando un lenguaje único que trasciende etiquetas.
El contexto de la Italia unificada, atravesada por tensiones entre Iglesia y Estado, aporta a la obra una doble lectura: plegaria colectiva y, a la vez, reflexión individual frente al misterio de la fe y la muerte. Para muchos, incluso, el Réquiem puede entenderse como un Réquiem por el Risorgimento, un lamento por los ideales de unidad encarnados en Manzoni.
La obra viajó rápidamente más allá de Milán hacia París, Londres, Viena y luego al resto del mundo, consolidándose junto a los Réquiem de Mozart y Berlioz como pieza fundamental del género. Durante el siglo XX adquirió además un fuerte valor simbólico: en el campo de concentración de Terezín, prisioneros judíos lo interpretaron como acto de resistencia espiritual, reafirmando su dimensión universal.
Más que una misa de difuntos, el Réquiem de Verdi es un grito humano convertido en música, capaz de transformar el dolor en belleza y de conmover a públicos de todas las épocas. Una obra que, a casi 150 años de su estreno, continúa situándose en el umbral entre lo sagrado y lo humano, y que sigue siendo una de las experiencias artísticas más conmovedoras y trascendentes de la historia de la música.
La dirección musical estará a cargo de César Tello y los solistas serán: Eugenia Coronel Bugnon, Sofía Gaia Godoy, Laura Domínguez, Mónica Koggionis, Claudia Drescher, Nicolás Sánchez, Gabriel García, Jahmai Jahzeel, Franco Gómez Acuña y Bruno Sciaini Santoro.