El primer Clásico del crack fue un cataclismo: fallón y tropezando hasta ocho veces en la trampa del ‘offside’ de Flick. Encogido y sin veneno, preocupa.
Mbappé no vino para esto, pensará probablemente un buen número de madridistas tras este Clásico. El primero de Kylian y el primero que querrá borrar de su mente. Fue un cataclismo individual dentro de una nefasta noche colectiva del Madrid: en su primer gran partido (se perdió el derbi por lesión) con el Madrid y en un plan de juego que le venía bien, con hectáreas para correr, no le mostró colmillo a Peña y batió el récord mundial de fueras de juego. Ocho veces cayó en la trampa de Flick y su cebo de una defensa muy adelantada. Una y otra vez y otra vez y otra vez… cuando el partido todavía iba 0-2 y el cronómetro marcaba el minuto 60, Mbappé había incurrido ya seis veces en offside. Inaudito.
Para entender la dimensión de ese dato, y de los ocho fueras de juego en total, basta con acudir a las estadísticas de la temporada previas al Clásico. Hasta el pitido inicial de Sánchez Martínez, a Mbappé sólo le habían pitado nueve fueras de juego en toda la temporada, contando Champions y Supercopa de Europa. De hecho, sólo en un partido (Espanyol) se vio en posición antirreglamentaria más de una vez, dos. O lo que es lo mismo: eso no era un problema para Mbappé. Pero Flick “le echó huevos”, como lo definió Casadó tras el 0-4, y retó a uno de los mejores delanteros del mundo a un duelo de esgrima entre su línea defensiva y la velocidad de uno de los delanteros más letales del planeta. Pues Kylian sale de este Clásico agujereado.
Además es el día de la marmota para el nuevo 9 madridista, que sigue sin conectar con sus huestes. Por impaciencia de Mbappé unas veces y por tardar sus compañeros en leerle los desmarques otras, el caso es que no se le ve fluidez y es una superestrella que sólo ilumina a bandazos de genialidad como el día del Alavés y la maravilla de Balaídos. Preocupante.
Más que nada porque en las contadísimas ocasiones en las que Mbappé logró eludir el banderazo del linier, tampoco hizo pupa. Tres presencias contra Iñaki Peña en posiciones muy jugosas y tres balones al cuerpo del portero azulgrana, más bien disparos apenas correctos del francés que acciones milagrosas del alicantino. También sin veneno. Encogido. Muy desconectado, sólo intervino en 27 ocasiones, el segundo que menos en el Madrid sólo por detrás de Tchouameni, que sólo jugó 64 minutos. Tan poco tuvo la pelota que el Barça le neutralizó con esos fueras de juego y sin necesidad de recurrir a las faltas. Ni una logró forzar, aunque fuera un pequeño consuelo, el internacional bleu.
“Kylian simbolizó los problemas de los atacantes del Madrid”, escribió en su crónica a vuela pluma L’Équipe, que calificó a su compatriota con el apelativo de “decepcionante”. La cuestión de la adaptación de Mbappé al Madrid comienza a ser peliaguda.
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