El portero es una apuesta personal de Hans Flick. Ha vivido en una semana dos partidos que deben consolidarle como lo que dicen todos los técnicos que ha tenido: “Es mejor portero de lo que demuestra”.
Iñaki Peña (25 años) vivió en el Santiago Bernabéu una epifanía necesaria. Desde que llegó a la cantera del Barcelona procedente del Villarreal con 13 años, todos los entrenadores que tuvo en el fútbol formativo del Barcelona auguraban que con él, el Barcelona tendría portero para años. No obstante, la explosión no llegaba. La calidad y la personalidad de Ter Stegen le eclipsó hasta el punto de irse cedido al Galatasaray, donde en seis meses jugó a un gran nivel sustituyendo al lesionado Muslera.
A su regreso al Barça siguió en el banquillo y solo comparecía o en Copa o cuando el guardameta alemán se lesionaba. Hacía algunos partidos muy buenos y en otros se empequeñecía. Los que le conocían bien afirmaban que “es mejor portero de lo que demuestra. Se trata de una cuestión de confianza”.
Una confianza que le dieron cuando le renovaron y no se ejecutó la cláusula de renovación automática de Arnau Tenas, ahora en el París Saint-Germain con lo que se quedaba como segundo portero oficial de la primera plantilla mientras Diego Kochen (la gran apuesta para el futuro de la portería) y Ander Astralaga alternaban el filial y el primer equipo en el papel de tercer portero.
En Madrid, Peña superó una semana que apuntaba decisiva para su futuro tras jugar contra el Bayern de Múnich y el Real Madrid y más después de que el Barcelona firmara a Szczesny cuando se lesionó Ter Stegen.
Peña se lo está empezando a creer y está dando la razón a los que creen que es mejor portero de lo que había demostrado hasta el momento. Uno de los que siempre creyó en él ha sido Hansi Flick, que siempre dijo que la llegada del polaco era para solventar urgencias.
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