La coordinación de la última línea del Madrid, como en partidos anteriores, resultó caótica en el Clásico. Pero la culpa no es exclusiva de los defensas.
El Clásico constató con crudeza la deriva táctica en la que está sumida el Real Madrid. No es que extrañara el desatino defensivo, pero la contundencia del resultado, la agarradera a la que se aferra siempre el equipo blanco para ocultar su nivel de juego, deja a Ancelotti sin excusas. El Madrid se despeñó a lo grande por su precaria estructura, expuesta ya en duelos anteriores como los recientes frente al Celta y el Borussia Dortmund. La diferencia es que el Barcelona hizo caja y retrató su insolvencia. El espejo resultó demasiado cruel.
La eficiente y atrevida organización defensiva del Barça emerge como contraste de la descoordinación general del Madrid. Que los de Ancelotti cayeran hasta 12 veces en fuera de juego, ocho en la figura de Mbappé, fue consecuencia del trabajo de Flick y la fe que tienen sus jugadores en ese plan. En el Madrid, en cambio, no se advierte una idea defensiva y esa realidad le deja sin escudo. Es un bloque muy largo, desorientado en la presión salvo en los reinicios de las jugadas del rival y falto de empaque.
Son muchos los males, pero todo empieza porque se protege con dos jugadores menos. Ni Mbappé ni Vinicius se involucran de forma continua en sus cometidos defensivos. El fútbol actual no soporta esta gandulería táctica. A partir de esta situación, no hay ni rastro en el Madrid de la solidaridad colectiva que le definió el curso pasado. En cierta medida, los números también recogen este declive. Respecto a la Liga pasada, el Madrid recibe un disparo más (11 por 10) y recupera cuatro balones menos (47 por 51) por partido.
Pero el Clásico trasciende a la aspereza de las cifras. El cambio de Flick en el descanso, dando entrada a De Jong en lugar de Fermín, desató toda la sintomatología negativa del Madrid. Sacar al holandés aumentó la capacidad del Barça de juntar pases por su cercanía a Casadó y Pedri y le sirvió para atraer a la medular blanca provocando el desajuste entre líneas del equipo. Como Vinicius y Mbappé se inhiben, cargando de razones este último a Luis Enrique, el Madrid está siempre en desventaja numérica. Tchouameni y Valverde saltaban sobre De Jong y Casadó y a su espalda quedaban liberados Pedri y Raphinha a por los que iban Militao y Rüdiger. Así quedaba descompensada toda la línea y el Barcelona transitaba con campo libre.
Fue un desastre en toda regla. Habitual, por otro lado. El Madrid nunca sale bien parado en el repliegue ―Tchouameni se evade cuando la jugada le supera y Valverde no llega a todos los lados―, vacila en su propia área y es víctima de su ausencia de equilibrio. Las grietas son continuas, no hay correlación entre líneas y se pierden las referencias. De ahí que solo haya provocado 15 fueras de juego del rival, el sexto peor dato de la competición, a diferencia de los 77 del Barça. El Clásico terminó por desnudar al Madrid y los goles recibidos suponen el mejor relato de su despropósito defensivo.
El 0-1
Casadó empieza la conducción en el carril central ante el pasotismo de Mbappé. El francés se abstiene en su responsabilidad de, al menos, molestar. Valverde y Tchouameni salen al paso del centrocampista blaugrana, mientras que Raphinha y Pedri se ofrecen entre líneas. Son Militao y Rüdiger los que buscan saltar sobre los jugadores del Barça, una decisión absolutamente equivocada porque hasta que no fueran a recibir el balón no deberían haberlo hecho. Lewandowski se ubica con Lucas y rompe al espacio. Mendy le habilita al quedarse enganchado en el otro perfil.
El 0-2
Triángulo entre Casadó, Pedri y De Jong en el inicio de la jugada para atraer a Valverde y Tchouameni. Raphinha se interioriza y Lucas salta a por él. De Jong juega con el brasileño, este se la devuelve y le da la opción de abrir rápido para la entrada de Balde en el costado.
Bellingham intenta corregir, pero de poco le sirve. Militao y Rüdiger no fijan en el retorno a Lewandowski, que remata sin oposición entre los centrales.
El 0-3
Desde la salida de Olmo, Militao se emparejaba con él en los saltos. Errática elección. La línea defensiva del Madrid se resquebraja, con cada jugador a una altura distinta y un tres para tres continuo. Raphinha, Lewandowski y Lamine fueron muy superiores.
El 0-4
Lucas Vázquez se hunde en su propio terreno de juego. Se demostró su falta de jerarquía y oficio como lateral. Un balón largo de Iñigo Martínez le dejó en uno contra uno frente a Raphinha y salió perdedor del duelo.
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