Sin apuesta y sin techo

Valverde ha decidido las tres victorias del Madrid, con dos tantos (Atalanta y Valladolid) y una asistencia (Betis). Su crecimiento es imparable.

Todo a la vez en todas partes. El protagonismo, en este caso, no es para la oscarizada Michelle Yeoh, sino para Federico Valverde (26 años). En medio de la búsqueda de identidad, el Halcón es el corazón de este Madrid de latido discontinuo. Es el director de orquesta, pero también en el ejecutor. El denominador común en las tres victorias blancas. Desatascador con gol ante el Atalanta y el Valladolid y con asistencia contra el Betis. Dos tantos y un “taconazo increíble”, en palabras del receptor Mbappé. Tres apariciones que son la punta del iceberg uruguayo.

Porque Fede es el chico para todo de Ancelotti. Un análisis que gana empaque cuando entran los datos en la ecuación. Sin Kroos no sólo ha heredado su 8, también parte de sus deberes. Sin ser el alemán, pues son dos futbolistas diferentes, ha añadido impacto creativo a su ADN. La muestra aún es escasa (cinco partidos), pero sus promedios ofensivos, amén del factor goleador, han ganado lustre: presenta los mejores promedios de su carrera en asistencias (0,18 por 90′), pases clave (0,73), pases al último tercio con éxito (7,48) o pases progresivos con éxito (6,75).

Sin descuidar las tareas de intendencia que su fútbol lleva intrínsecas: también firma su mejor campaña en recuperaciones en campo rival (3,47), duelos defensivos ganados (2,74) y está muy cerca de sus mejores cifras en recuperaciones totales (6,21 frente a las 6,71 de las dos últimas temporadas). Todo ello con una mejora en el cuidado del esférico que ya comenzó a trazar el curso anterior: de los 7,7 balones perdidos pasó a 6,09 en la 2023-24. En la actual, 6,02. Otra medalla de oro particular. Omnipresente.

Aparece en la base de la jugada, ejerce de bisagra entre la sala de máquinas y la vanguardia y luce galones en la finalización (con sus dos goles comparte pichichi madridista con Mbappé). “El trabajo de la media se lo comió entero Valverde, en un estado de forma deslumbrante. Es un estajanovista con calidad”, sintetizó Alfredo Relaño, presidente de honor de AS, tras el triunfo blanco ante el Betis.

Una vértebra inamovible para Ancelotti. Ya lo era (futbolista más utilizado la pasada temporada: 4.280′) y su importancia se multiplica en presente: superará, si todo sigue su curso, los 5.000 minutos en una temporada kilométrica (potencialmente 72 partidos). Si Valverde era perenne en una sala de máquinas con overbooking, con el adiós de Kroos y las lesiones de Camavinga, Bellingham y Ceballos es el pilar que sujeta al Madrid. Su influencia la radiografió el propio Ancelotti: “Ya no es sólo un jugadorazo, también un líder del vestuario. Le toca recoger los galones de gente como Kroos, Casemiro o Nacho”. Dicho y hecho.

Tras los pasos de 2022

“¡Le he pedido 30!”, bromeó Carletto cuando se le planteó otra posible apuesta. La famosa de los diez tantos cambió la dimensión de Valverde en la 2022-23. La temporada que marcó su evolución. De Pajarito Halcón. Aquel curso dejó su techo goleador en 12, los ocho primeros antes de diciembre; en el actual, también con el colmillo afilado de inicio, ya suma dos en apenas cinco encuentros. Sin entrar en anecdóticos retos, el charrúa ya tiene a tiro los tres goles que anotó la pasada campaña.

Tantos que son, además, reflejo de su crecimiento dentro de la idiosincrasia del equipo. No tanto el primero, aparición en zona de remate para descorchar la Supercopa de Europa, sí el zapatazo de falta indirecta contra el Valladolid. Un cañón que también sacó a pasear ante Las Palmas y sólo un vuelo de Cillessen impidió que encontrase la jaula. Todo golpe franco cerca del balcón del área será propiedad de un Valverde de crecimiento imparable. No hay apuesta, pero tampoco techo.

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