El Madrid recupera al inglés y a Tchouameni en el kilómetro cero de la defensa del título. El mejor Stuttgart de la década promete valentía.
Kylian Mbappé ha jugado 73 partidos de Champions, ha marcado 48 goles, está en el top-15 de anotadores de siempre y suma 22 asistencias, pero nunca ganó el torneo. Esa asignatura pendiente le ha llevado al Madrid, con el que hoy debuta en la competición. El partido supone el regreso de Bellingham, probablemente el futbolista más importante del mundo en la primera mitad de la pasada temporada. A pesar de dos lesiones que le mermaron en la recta final, acabó con 23 tantos y 13 asistencias. En Champions dio cinco pases de gol, con Vinicius, el mejor registro de la competición (sigue en directo el partido de hoy en As.com).
Bellingham fue el MVP de la Supercopa de Europa ante el Atalanta, pero el 23 de agosto, tras el estreno liguero ante el Mallorca, sufrió una lesión en el músculo plantar de la pierna derecha que no le ha permitido volver hasta hoy. También regresa Tchouameni, que volvió lesionado de la última concentración de la selección francesa sin haber jugado un minuto y no llegó a tiempo a Anoeta. Eso le permite al Madrid conformar un centro del campo más natural, con Valverde.
Arriba, la lesión de Brahim para tres meses deja el camino despejado a Rodrygo salvo que Ancelotti decida meter un cuarto centrocampista que arrope más al equipo visto el problema defensivo de las primeras jornadas. El segundo asunto por resolver es Vinicius, jugador crucial en uno de sus peores momentos. En la Liga solo ha marcado de penalti. La Champions le transforma: el curso pasado fue máximo asistente, segundo goleador y segundo jugador con más remates. El Madrid le espera.
Segundo en la Bundesliga
Enfrente estará el Stuttgart, club fundador de la Bundesliga, que solo ha ganado en tres ocasiones, y casa de futbolistas celebres (Hansi Müller, Klinsmann, Elber, Bobic, Mario Gómez, Khedira) y entrenadores aún más célebres (Löw, Rangnick, Lahm, Trappatoni, Sammer, Magath). Sin embargo, los últimos años han resultado difíciles en un club que puede presumir de la mejor academia del fútbol alemán. Solo ha estado cuatro veces en Segunda, pero dos de ellas han sido en los últimos ocho años.
De hecho, se salvó sobre la bocina de bajar en la campaña 2022-2023. A falta de ocho jornadas, el equipo iba último y había despedido a dos entrenadores, Matarazzo y Labaddia. El club buscó un último recurso, Sebastian Hoeness, un técnico joven que había jugado en las categorías inferiores del club (fue campeón nacional juvenil) y había entrenado al Hoffenheim en las dos temporadas anteriores. Hoeness llevó al equipo hasta la orilla de la promoción, que le ganó al Hamburgo, y logró una salvación casi milagrosa. Y con pocos fichajes, tan solo un año después, llevó al Stuttgart a la segunda plaza, por delante del Bayern, con la mayor puntuación de su historia. En marzo se apresuraron a renovarle hasta 2027.
Sebastian Hoeness es sobrino de Uli Hoeness, leyenda y expresidente del Bayern, e hijo de Dieter Hoeness, ariete gigantón que estuvo ocho temporadas con el club muniqués y que fue el 9 en aquella celebre eliminatoria frente al Madrid en que Juanito pisó la cabeza de Matthäus.
Con una defensa de tres centrales, Hoeness salió del atolladero el primer curso, pero la campaña pasada ya apostó por un 4-2-3-1 más atrevido y, a la vez, eficaz defensivamente: en la Bundesliga solo el campeón Leverkusen encajó menos goles.
Pese a su clasificación para la Champions 15 años después de la última vez (en sus cinco participaciones nunca pasó de octavos), ha sufrido pérdidas sensibles. El Bayern le compró al central japonés Ito y el Dortmund, al internacional alemán Anton y al delantero Guirassy, que la campaña anterior había anotado 30 goles.
Por el contrario, gran parte de su inversión fue para amarrar a jugadores cedidos la temporada anterior, entre ellos el delantero centro internacional de origen turco Undav, que en la última ventana FIFA marcó un gol y dio otro ante Países Bajos. El extremo Leweling o los centrales Rouault o Stergiou, prestados también el curso anterior, pasaron a ser de su propiedad.
La sorpresa Demirovic
Para compensar la marcha de Guirassy, al que también quiso el Atlético, consiguió la cesión de El Bilal Touré, ex del Almería y jugador del Atalanta que aún estaba en la plantilla italiana en la Supercopa que el equipo de Bérgamo perdió ante el Madrid, y pagó 21 millones por el bosnio Ermedin Demirovic, un delantero que pasó de puntillas por el fútbol español. Criado en la cantera del Leipzig, lo incorporó el Alavés con solo 20 años. Abelardo apenas le dio oportunidades: tres partidos de Liga y tres de Copa en los que marcó cuatro goles. A partir de ahí, los vitorianos lo cedieron sucesivamente a Sochaux, Almería y Saint Gallen y acabaron vendiéndolo al Friburgo por 3,7 millones. Pareció una buena operación, porque tampoco allí hizo un gran papel en dos años, pero entonces apareció el Augsburgo y cambió la suerte de un futbolista apodado ‘El boxeador’ por su curiosa manera de celebrar los goles. La temporada pasada metió quince goles (más nueve asistencias) y ya lleva cuatro en este Stuttgart que de momento no ha brillado: cuatro puntos en tres partidos de la Bundesliga y derrota en la Supercopa alemana en los penaltis ante el Leverkusen.
Hoy, ante el campeón, promete ser valiente. Así lo anunció Hoeness y así se lo recomendó Khedira: “Conozco ese estadio como jugador del Madrid y como rival y sé que si el ambiente y la multitud te intimidan, estás perdido”.
De su parte está la falta de presión ante un Madrid que sale a defender el título, con la etiqueta de segundo favorito tras el City y con un once mejor armado que el de las últimas semanas. El fichaje de Mbappé le obliga a todo. La competición, además, es especial para Carvajal y Modric, que esperan convertirse en los dos únicos futbolistas con siete Copas de Europa, el reino de los cielos.
as