El técnico alemán ha impuesto el control de peso diario antes y después de los entrenamientos para supervisar la condición física. Desde tiempos de Luis Enrique no había un rigor tan exhaustivo de los pesajes.
Poco a poco se van conociendo las nuevas normas que ha impuesto Hansi Flick en el vestuario. Desde el primer día, el técnico alemán ha empezado a implantar la cultura del esfuerzo y responsabilidad como base para entender su filosofía de vida y trabajo. Flick ha sorprendido gratamente, dentro del vestuario, por ser una persona “extremadamente educada”, que se rige por unos códigos muy claros que se resumen básicamente en un mantra, “un jugador de fútbol es un profesional las 24 horas del día” y que trata a todos los futbolistas por igual, ya sea la estrella de turno o el último canterano recién llegado.
En este contexto, Flick ha marcado una serie de líneas rojas. La primera y más rotunda: la puntualidad llevada hasta las últimas consecuencias. El técnico considera una falta de respeto al grupo que un jugador se salte esta norma sin un motivo totalmente justificado. Los futbolistas están citados una hora antes del entrenamiento, ni un minuto más tarde. Quien incumpla esta norma elemental no recibe una sanción o una multa económica, sino lo que es peor: el reproche de todo el grupo, quedar marcado como alguien que no respeta al resto de compañeros y que se salta a la torera las normas.
Otro de los puntos más controvertidos del nuevo entrenador es su “obsesión enfermiza” por la preparación física. Todos sus entrenamientos cuentan con un volumen de ejercicios físicos importante, camuflado la mayoría de ocasiones con el balón. El encargado de supervisar y planificar estas actividades es Julio Tous, recién llegado al staff, junto a Rafa Maldonado, Pepe Conde, Germán Fernández y Mila Maillol, esta última encargada de los datos del GPS, trabajo que hasta la temporada pasada realizaba Edu Pons.
Dentro de la preparación física se incluye la condición física. Y aquí es donde Flick ha recuperado un control que no se realizaba desde tiempos de Luis Enrique. Estamos hablando del pesaje diario: los jugadores tienen que pasar, antes y después de la sesión, por la báscula. Estos datos se analizan y posteriormente se extrapolan en busca de mejorar en rendimiento. Si un jugador sobrepasa los límites establecidos dentro de su peso ideal es marcado a fuego y puesto en cintura para recuperar la condición física idónea.
En este sentido, Flick también introdujo otra novedad que sorprendió a propios y extraños: el control ortodóncico dentro las revisiones médicas. Nunca hasta ahora se habían realizado informes dentales de todos los jugadores en el inicio de la pretemporada; la llegada del técnico alemán sirvió para introducir este tipo de análisis y contar con un estudio más exhaustivo y completo sobre cada jugador, con el fin, ante todo, de prevenir lesiones.
Asimismo, dentro del vestuario, se destaca también el talante dialogante del nuevo entrenador, siempre dispuesto a escuchar a sus jugadores, aunque se reconoce que, a día de hoy, la barrera idiomática sigue siendo aún un problema: necesita la ayuda de alguno de los miembros de su staff, principalmente Thiago Alcántara, o de la plantilla, mayormente Ter Stegen, para hacer más diáfano el mensaje que quiere transmitir, ya sea al grupo o de manera individual.
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