Banfield está presente en la Patagonia; en el barrio Bicentenario I, de la ciudad de Rio Gallegos, viene creciendo un club que adoptó el nombre y los colores de la entidad del Sur del Gran Buenos Aires, aunque no tienen ninguna relación directa.
El Banfield de la provincia de Santa Cruz se fundó hace ocho años y sus aproximadamente 30 futbolistas, entre 10 y 19 años, participan en torneos, de fútbol once y de futsal, de ligas locales y en amistosos. Y llevan varios títulos acumulados.
Belén Gómez es una especie de fundadora, motor, dirigente, presidente y organizadora. Sin embargo, esta emprendedora mujer rechaza todos esos rótulos y se define como “la directora técnica”.
“Empezamos con entrenamientos y armamos un equipito con los chicos del barrio. Entre las mamás y los papás de los chicos armamos nuestra canchita. De a poco nos fuimos largando y pasamos a competir. Este es un barrio humilde y después de los partidos y de los entrenamientos les dábamos a los chicos una merienda”, cuenta sobre los orígenes.
En una de esas reuniones, entre leche, té, facturas y pan, surgió la idea de cambiar el nombre informal con que eran conocidos, “Cachorritos del Bicentenario”, por el de un club “en serio”. Cuenta Gómez que “No queríamos ni Boca, ni River, porque son mayoría, entonces les dije a los chicos que lean historia de otros clubes y que elijan uno que les gustase y los identificase”.
Poco tardaron los pibes en optar por Banfield. “Maicol y Leandro, los capitanes, me dijeron que el nombre elegido era Club Deportivo Banfield y que el verde representaba nuestra esperanza por ganar y el blanco la pureza que tienen los niños. Me comentaron la historia del Banfield de Buenos Aires y yo misma después me puse a leer y a averiguar”, le explica Gómez a IAM Noticias.
No es sencillo mantener la actividad, el costo de las camisetas, botines, inscripciones a torneos y otros gastos son escollos para el humilde club de barrio que no cuenta con apoyo gubernamental ni empresarial. Las rifas son una forma habitual para recaudar, además de algún aporte de comerciantes de la zona.
Resalta Belén que “estamos muy agradecidos a los pocos que nos ayudan y dan una mano. Por ejemplo, Pablo, dueño de una ferretería colabora con pintura, cal o alguna herramienta para nuestra canchita. A veces nos invitan a torneos fuera de la provincia y lamentablemente no podemos ir por el costo del traslado. Pero ya iremos”.
No sólo una pelota gira en el Banfield santacruceño, mientras contiene y fomenta la actividad deportiva de chicos y jovenes. También funciona un merendero que alimenta, tres veces por semana, a más de treinta familias del barrio y de barrios linderos. Cumpliendo esa función social que brindan las clubes barriales, y que no figura en los libretos de las SAD, a puro pulmón, con mucho sacrificio y poca ayuda externa. Y en estos tiempos complicados, vale mucho.
Ni siquiera un reciente incendio en el hogar donde cocinan y almacenan, que quemó utensilios de cocina y alimentos, entre ellos golosinas que iban a ser repartidas en el Día del Niño, les hace bajar los brazos. “Vamos a salir adelante. Luchando y confiando, como siempre”, afirma Belén.
“Estoy orgullosa de los chicos, no sólo tienen condiciones para jugar al fútbol sino que son buenas personas. A la mayoría los vi crecer en estos años, llegaron con 9 años y ahora tienen 17 o 18. Los quiero a todos como a mis propios hijos”, señala Gómez.