El órgano liguero alemán da marcha atrás ante las masivas protestas de los aficionados y no permitirá la entrada de inversores extranjeros en el fútbol alemán.
Los aficionados alemanes han demostrado que un puñado de pelotas de tenis puede más que muchos millones de euros. Como consecuencia de las masivas protestas de los hinchas en prácticamente todos los estadios de la Bundesliga y la Bundesliga 2, la entrada de inversores, a pesar de haber sido aprobada por mayoría de dos tercios el pasado mes de diciembre, será abortada por los dirigentes de los 36 clubes que conforman las dos competiciones más altas del país. Así lo confirmó Hans-Joachim Watzke, portavoz de la presidencia del órgano liguero DFL.
“A la vista de los acontecimientos actuales, ya no parece posible continuar con éxito el proceso”, fue citado Watzke en el comunicado oficial. “Aunque exista una gran mayoría a favor de la necesidad empresarial de la colaboración estratégica: el fútbol profesional alemán se encuentra en medio de un desafío crucial, que está provocando grandes disputas no sólo dentro del órgano liguero entre clubes, sino en algunos casos también dentro de los mismos entre profesionales, entrenadores, directivos, órganos de supervisión, asambleas generales y comunidades de aficionados, que están poniendo cada vez más en peligro el funcionamiento de los partidos, los calendarios específicos y, por tanto, la integridad de la competición. A la vista de las circunstancias en la DFL con sus 36 clubes miembros, ya no puede garantizarse la viabilidad de un cierre de contrato satisfactorio en términos de financiación de los 36 clubes”, concluyó.
Estas palabras suponen un éxito mayúsculo para los aficionados, que no pararon de manifestarse en contra del plan hasta que los mandamases dieron su brazo a torcer. Los hinchas provocaron numerosas interrupciones al arrojar al césped todo tipo de objetos como golosinas, monedas de chocolate o las ya famosas pelotas de tenis en señal de su rechazo a la entrada de inversores. Numerosos choques, incluso, estuvieron a punto de ser suspendidos debido al ambiente en las gradas, donde culpaban a los directivos de vender el alma del fútbol alemán, donde la norma del 50 + 1 sigue garantizando que los clubes no caigan en manos pudientes ajenas, al diablo. Y les terminaron convenciendo de no hacerlo.
AS