El líder de una generación, que aún pretende serlo en los Pelicans, asegura que es “complicado” aceptar el plan que le imponen.
La temporada se ha complicado de forma drástica para los Pelicans en tan sólo tres semanas de vida. Las bajas que han acumulado en puestos importantes no sólo dañan el presente, también el futuro. No contaban con Jose Alvarado, el eléctrico base portorriqueño que tan bien encajó en la rotación, por un problema de tobillo que no le había dejado debutar este curso hasta el pasado 20 de noviembre; recientemente han permanecido caídos Herb Jones (golpe en el peroné derecho), alero titular, y Larry Nance (fractura de costillas), interior de garantías; en la enfermería estará al menos hasta mediados de diciembre Trey Murphy, operado del menisco izquierdo antes de esta campaña; y el remate es el estado de C.J. McCollum, el valor más seguro que tienen y al que han detectado un defecto en el pulmón derecho que le mantiene al margen. Con esos bueyes tiene que arar Willie Green al menos durante un tiempo.
El balance de lo que va de curso no es lo preocupante, ya que con lo que tienen han ganado cuatro de los once partidos. Ahora se precipita todo lo malo y las derrotas pueden caer con más facilidad, a lo que la megaestrella Zion tiene algo que decir.
El jugador-franquicia de NOLA ha vuelto a remover cuestiones del pasado. La principal, su diferencia de opinión con los responsables deportivos (en primer plano, David Griffin) sobre el rumbo de la franquicia. Ante la prensa, cuando la pregunta iba dirigida a si ve una diferencia en el plan de juego de ataque que se tiene para él, lanzó de nuevo su parecer sobre la situación global de los Pelicans. “El año pasado tuvimos una reunión colectiva y hablamos de cosas en las que puedo mejorar, como la aceptación de su estrategia. Ahora mismo es algo complicado. Pero me estoy quedando en un segundo plano, intentando creer en este proceso y aceptar el plan que tienen”, expresó, con cierta desazón, el número uno del Draft 2019.
El plan al que se refería la pregunta es un ajuste del juego ofensivo respecto al del año pasado en el que Willie Green ha trabajado. En su caso, para acoplarle mejor con Jonas Valanciunas, el rocoso pívot lituano con el que comparte espacio interior.
Zion Williamson marca el paso
Las declaraciones de Zion van en la línea que su entorno ha seguido en privado todo este tiempo. Las tiranteces han ido de la mano de las lesiones, todo elevado a la máxima potencia. Son cuatro años de dardos constantes de lado a lado con un aspecto discordante sobre otros: la condición física del jugador de Salisbury. Entre el perfil tan extremo que tiene y la dejadez con la que lo trata los problemas se han ido enquistado entre las dos partes hasta el punto de que la renovación firmada en verano no sea obstáculo para buscar un futuro separados.
Los Pels no desaprovecharon la oportunidad de amarrar a la estrella cinco años más, los que marca el máximo contractual al que aspiraba tras el rookie scale contract. Hasta 2028 cobrará 197 millones de dólares como base, con dos especificaciones (un 25% menos si no entra en los mejores quintetos, un 30% más si lo logra) y la obligación de mantener su peso por debajo de los 133 kilogramos. Esta estipulación se tuvo que incluir por razones obvias.
Las pretensiones de Williamson están fuera de un mercado tan recóndito como el de Nueva Orleans, que ni con su mesiánica llegada ha remontado en la lista de peor situados de la Liga. El aspecto deportivo y la contribución que él tenga, que debe ser capital para reforzar su posición de líder, deben ir en aumento, perseguir retos mayores. Los cambios han sido bandazos, de los veteranos Alvin Gentry y Stan van Gundy a un joven Green, y van en la línea de buscar una mayor aceptación, la palabra que ahora él ha escogido, del jugador en este proyecto.
El equipo de Willie Green necesita demostrar algo más en la Conferencia Oeste, donde llegar a una ronda de playoffs en esta era de Zion suena a poco. Fue en la 2021/22, el año que el ex de Duke se pasó en blanco, y fueron los Suns los que les eliminaron. Individualmente no se le puede medir por números ya que son itinerantes a través del tiempo. Sus 22,2 puntos de esta temporada son la media más baja en lo que tiene de carrera en la NBA y los minutos en los que los realiza (31,1) sí están en consonancia con lo habitual, de ahí nacía la pregunta sobre su implicación en ataque. Las dudas le acompañaban desde que estuvo en la NCAA por su complexión, nunca antes vista (mucho peso para esa agilidad), y continúan acompañándole a los 23 años. Con su nuevo núcleo familiar recientemente formado el baloncesto sigue siendo un quebradero de cabeza.
AS