El lateral argentino, que despertó dudas en sus inicios en el equipo, es hoy en día una vía clara de ataque y ha mejorado muchísimo en defensa. Ante el Mallorca dio su cuarta asistencia.
En el fútbol, como en la vida, lo más importante no es cómo se empieza, es cómo se acaba. Y en el caso de Nahuel Molina, su presentación en sociedad ante la afición del Atlético fue la peor posible. En su estreno en el Cívitas Metropolitano cometió un error gravísimo para el gol de Yeremy Pinoy se marchó expulsado fruto de los nervios por intentar recuperar el balón con violencia para sacar. Frágil en defensa y sin tino en ataque, sus primeros días fueron complicados. Y, para el fichaje más importante del club en verano, se sumaban también las expectativas, las necesidades por suplir a Trippier y las ganas de demostrar que la apuesta era acertada.
Una tensión extra. Sin embargo, Molina contaba con su gran valedor en el banquillo. Un Simeone con una idea clara: “A Molina lo quisimos nosotros, lo pedí e insistí para que viniese. Es el futbolista que entiendo que necesitamos. Es verdad que tiene que seguir evolucionando en lo defensivo, pero no es la primera vez que viene un futbolista que tiene que mejorar en una faceta. Confiamos muchísimo en él, tiene una edad muy buena para evolucionar y nos va a dar muchísimas cosas en el juego del equipo”, declaraba el 12 de septiembre en Leverkusen. Y la evolución ha sido enorme. En los dos lados del campo.
Hoy en día el Metropolitano ve en Nahuel Molina un futbolista nuevo. Decidido, con confianza, que se suma al ataque una y otra vez y que ha aprendido a cuidar su espalda. En una posición escasa de especialistas en la élite, el Cholo ha ido modelando a un lateral que puede presentarse como campeón del mundo y el jugador de campo con más minutos en toda la plantilla del Atlético. Nunca un recién llegado acabó con ese honor. Pero Nahuel Molina va decidido a por el récord. Únicamente él (3.105) y Oblak (3.424) han superado la barrera de los tres mil minutos.
El título con la albiceleste en Qatar le otorgó otro estatus. Y mucha seguridad en su juego. El propio Nahuel Molina resaltaba en su entrevista con AS ese papel de guía de Simeone. “Al principio de la temporada, cuando no me tocó y no estuve a mi mejor nivel, siempre me apoyó y me dio esa confianza para que estuviera tranquilo, ‘calma, vas a ser importante para el equipo’. Hoy me siento mucho mejor después del Mundial e intento seguir creciendo para ayudar al grupo”. Y ante el Mallorca sumó una nueva asistencia, la cuarta desde el parón y con un gran centro para Morata con la izquierda. También provocó un penaltique con polémica anuló el VAR. Los once metros son un imposible para el Atlético. Y añade un gol capital en Vallecas. Un jugador cada vez más determinante.
Contra el Mallorca completó 49 pases, un foco importantísimo en el juego. Se entiende a las mil maravillas con sus compatriotas De Paul y Correa, ha ido ganando automatismos con el lesionado Llorente y Koke y Griezmann también le encuentran cada vez con mayor sintonía. Y volvió a dejar patente que ha crecido muchísimo en campo propio, con ocho recuperaciones únicamente superadas por las once de Giménez. Nahuel Molina ha dado la vuelta a la tortilla. Ha pasado de punto débil a arma en banda. Solo necesitaba tiempo, adaptación, entendimiento y minutos. El Cholo se los ha dado y Molina se ha afanado en demostrar que no se equivocaba. A sus 25 años, el argentino crece y crece. De menos a más, el mejor Nahuel Molina está llegando al Metropolitano.