Boca Juniors derrotó a Vélez Sarsfield 1-0, en el estadio Alberto J. Armando, y se subió al primer puesto del campeonato de la Liga Profesional, aprovechando la derrota de Atlético Tucumán. El pibe Gonzalo Javier Toro Morales anotó el único gol, a los 33 minutos del segundo tiempo.
La Bombonera tembló y latió al comienzo del partido; la noticia de la derrota de los tucumanos, ante Patronato, aumentó el clima de euforia para los locales. Todos sabían el valor que tendrían los tres puntos en juego. Empujaron a puro aliento los hinchas, jugaron con decisión y determinación los jugadores.
Pero tanto nerviosismo y ansiedad resultaron contraproducente y más allá de la personalidad, y el manejo de los minutos iniciales, el juego no acompañó. Tampoco mostró demasiado Vélez, aunque dispuso de las dos chances más claras del primer tiempo: una escapada de Lucas Pratto, que increíblemente se tropezó y cayó en el área y luego un disparo de Lucas Janson sólo ante Agustín Rossi, pésimamente definido por el delantero visitante.
Fricción, marca, lucha, pelotazos, el nivel del partido era sumamente chato. Y se mantuvo en el segundo tiempo, aunque salpicado por varias llegadas a fondo de Vélez, sorprendiendo a un Boca que, de todos modos, nunca perdió el orden. El Fortín resolvió muy mal en todas y las dos veces que lo hizo bien, Agusstín Rossi -ratificando su gran presente- respondió perfecto ante los intentos de Matías Seoane y de Walter Bou.
El ingresado Toro Morales -que venía de hacerle un gol a Quilmes, por la Copa Argentina- recibió el pase de Alan Varela, tras un rebote, y controló y metió el potente zurdazo bajo, desde la izquierda, que le dio el triunfo a Boca, a los 33 minutos. Ese gol hizo latir, vibrar y temblar más fuerte a la Bombonera y convirtió al equipo de Hugo Ibarra en puntero y serio candidato al título.
Una violenta patada de atrás, innecesaria y producto de la impotencia, de Francisco Ortega a Luis Advíncula, que le había sacado limpiamente la pelota, desembocó en la roja para el lateral de Vélez, a los 44 minutos, y la trifulca posterior de todos contra todos. Cuando se calmaron los golpes, empujones, insultos y manotazos, Patricio Loustau tomó una decisión salomónica: expulsó un jugador de cada uno: Luis Vázquez y Valentín Gómez.
En este campeonato, Boca está acostumbrado a ganar y Vélez está acostumbrado a perder. Cuestión de actualidad y rachas. Y aunque con menos chances netas y una producción futbolística que no resultó buena, el Xeneixe ratificó su estado de gracia y dio otra muestra de carácter.