Sampaoli y Marcelo Gallardo, apuestas de riesgo en la recámara que aún no desea activar Monchi. A falta de grandes soluciones, la cantera cobra protagonismo con Lopetegui.
Julen Lopetegui consumió ya sus siete vidas, como reza la leyenda egipcia. De manera sorprendente, sigue como entrenador del Sevilla. Ayer, con una pléyade de canteranos, más los jugadores que no tienen obligaciones internacionales con las selecciones, dirigió un entrenamiento más en la ciudad deportiva. El plan de trabajo del guipuzcoano hasta definido y divulgado públicamente hasta el jueves. El viernes y el fin de semana serán de descanso. Monchi, su gran valedor, se toma unos días de vacaciones, señal inequívoca de que no habrá destitución, vocablo maldito que merodeó la expedición en el vuelo de vuelta desde Copenhague.
El parón de Liga, el único establecido en el peculiar calendario de esta temporada antes del Mundial de Qatar, le regala dos semanas de margen para nuevas probaturas en el laboratorio. Tiempo para poner al Sevilla a velocidad de crucero, según las estimaciones reiteradas por el entrenador vasco en sus últimas comparecencias. Así lo hizo cuando la soga le apretaba en la previa de la visita a Cornellá-El Prat, donde logró el primer triunfo del curso, repitió discurso en Dinamarca, único territorio en el que acabó con la portería inmaculada y, de nuevo, tras el agónico empate en el Ciutat de Valencia, casa temporal del Villarreal, a priori un adversario directo por una plaza de lustre en la clasificación.
Las tres últimas comparecencias, como viajero, resultaron balsámicas para el Sevilla. No para tirar cohetes, porque tras la victoria ante el Espanyol encadenó sendos empates contra el peor rival del grupo europeo, el rudimentario FC Copenhague, y las tablas mencionadas con el Villarreal. El Sevilla se quedó en el vagón de cola liguero. Acumula tres derrotas ya (cuatro en total padeció el pasado ejercicio) y once goles, los mismos que encajó en la jornada número quince de la temporada anterior Bono, el vigente Zamora.
Sus números son un dolor. Los tres arietes (En-Nesyri, Rafa Mir y Dolberg, aún en pleno proceso de adaptación y recién salido de una rehabilitación de hombro) suman un gol. La falta de pólvora es otra de las grandes carencias del Sevilla, que en los primeros tiempos sí colecciona ocasiones de todos los colores. De hecho, en las segundas partes tan sólo fue capaz de celebrar una diana, aquélla de Rekik que rescató un punto ante el Valladolid en el Sánchez-Pizjuán.
Monchi, contra la opinión de la cúpula dirigente del club, sigue apostando por Lopetegui, que confía en poner en forma a lesionados, a algunos fichajes que llegaron muy tarde (Dolberg, Januzaj) y a otras piezas que están lejos de su mejor versión. Esta sí es competencia y responsabilidad del guipuzcoano. Isco está en plan relumbrón, pero es insuficiente. Además, el director deportivo tampoco tiene clara la alternativa. Pochettino, por su alto salario. Quedan en la recámara Sampaoli y Marcelo Gallardo, que acaba contrato con River Plate a finales de octubre. En realidad, son apuestas de riesgo. A falta de grandes soluciones, la cantera cobra protagonismo con el vasco, que confía en recuperar asimismo a Marcao, lesionado e inédito, para seguir armando un equipo con señas de identidad muy reconocibles y que dista mucho del que ideó, cuando cerró su despacho tras la despedida con triunfo contra el Athletic en mayo.