Palmeiras se impuso este sábado por 2-1 ante Flamengo, en una vibrante final de Copa Libertadores, y logró su segunda conquista continental consecutiva, la tercera de su historia. El choque decisivo en el estadio Centenario de Montevideo se definió el tiempo suplementario, después de finalizar 1-1 en los 90 reglamentarios.
El conjunto dirigido por el portugués Abel Ferreira, que se había consagrado en la edición 2020 en el estadio Maracaná ante Santos, en otra final netamente brasileña, levantó nuevamente la copa más importante a nivel de clubes en Sudamérica gracias a los goles de Raphael Veiga y Deyverson.
Para Flamengo empató transitoriamente Gabriel Barbosa, en un choque que arbitró, sin mayores contratiempos, el misionero Néstor Pitana.
De esta manera, Palmeiras agregó una nueva consagración en Libertadores a su palmarés, ya que también levantó ese trofeo en 1999.
La etapa inicial, para el “Verdao”
Palmeiras salió al prolijo campo de juego del estadio Centenario con una postura más ambiciosa que su rival. Fue así que no demoró demasiado para ponerse en ventaja en la capital uruguaya. El equipo paulista encontró en el callejón derecho de su ataque un lugar fértil para atacar, con un Filipe Luis disminuido físicamente (fue reemplazado a la media hora).
Por allí filtró el paraguayo Gustavo Gómez un pase largo y anunciado, pero no por eso efectivo, a la espalda del lateral izquierdo y de David Luiz. El envío encontró a Mayke después de una trepada formidable y el marcador de punta derecho tuvo la lucidez necesaria para ver la mejor opción.
Esa alternativa fue un pase hacia atrás para el ingreso de frente de Raphael Veiga, quien definió de primera ante un arquero de Flamengo que priorizó un intento de rechazo con las manos antes que sacar el pie izquierdo, lo cual le hubiera dado más chances de rechazar la pelota y evitar el gol de Palmeiras.
El resto del primer capítulo fue favorable a Palmeiras, pero no supo establecer una diferencia mayor ante un rival que pareció sentir demasiado el golpe inicial de su rival.
Gabigol y el empate
El segundo tiempo presentó un escenario un tanto más parejo. Flamengo decidió apostar todo al ataque pero con frecuencia chocó contra el orden de su rival.
No fue sino hasta los 27 minutos que alcanzó el empate, después de algunas insinuaciones. Y lo hizo de la mano de (¿quién sino?) Gabriel Barbosa. El goleador de la Copa Libertadores metió la pelota por el único milímetro que quedaba disponible entre Weverton y el el primer palo, con un zurdazo demoledor.
La igualdad revitalizó a Flamengo, que incluso tuvo la chance de llevarse la copa en tiempo reglamentario con una ocasión que el ingresao Michael desaprovechó, al cruzar demasiado su remate.
Deyverson y el gol de la consagración
Palmeiras asomó nuevamente en el partido en el inicio del complemento. Abel Ferreira diagnosticó acertadamente que su equipo estaba sufriendo una merma física y entregó una señal: puso a Deyverson en reemplazo de Raphael Veiga, uno de los que había sufrido la intensidad del partido. Y el delantero no falló.
Deyverson le sacó todo el jugo a un error grave en la salida de Flamengo. Andreas Pereira controló imperfectamente, la pelota le quedó lejos del pie y el atacante de Palmeiras corrió directamente hacia el arco rival. Al enfrentarse con Diego Alves, lo engañó con su cuerpo: lo arqueó para un lado y definió para el otro. El 2-1 para Palmeiras desató la locura de la torcida paulista en el Centenario y provocó las lágrimas del autor del gol.
De allí en adelante, Palmeiras se dedicó a resistir, frente a un Flamengo que empujó con todo lo que tuvo a su alcance pero no consiguió volver a llegar con claridad. De esta manera, el elenco paulista alcanzó su cuarto festejo internacional, al sumar sus trofeos de Libertadores al que logró en la Copa Mercosur 1998.