La CONMEBOL emitió hoy un insólito comunicado en el que admite 140 casos de coronavirus en tan solo una semana de Copa América, pero en el que destaca que el 99% de las pruebas PCR fueron negativas.
En una diferenciación inaudita, la entidad informó que “de las 15.235 pruebas realizadas desde el comienzo de la competición, 140 tuvieron resultado positivo, alrededor del 0,9%”, y aclaró que “la mayoría son operarios y empleados tercerizados”.
Si, porque existen diferentes grados de seres humanos: los futbolistas, que son los que permiten que ruede la pelota, y las personas inferiores, los reemplazables, los que son solo “operarios y empleados terciarizados”.
“La incidencia del coronavirus incluso bajó, lo que es una clara señal de que las medidas preventivas y los protocolos sanitarios están funcionando según lo esperado”, resaltó la CONMEBOL, Eso es cierto, porque de tener 52 infectados en los primeros dos días, paso a tener 140 en siete. Casi triplicó los casos en cinco días, pero es motivo de celebración.
No son llamativos estos intentos de dar vuelta la realidad, teniendo en cuenta que, al haberse caído las sedes de Colombia y Argentina, la casa madre del fútbol sudamericano corrió directo a los brazos de Brasil, un país que este domingo alcanzó las 501.918 muertes por coronavirus y 17.926.393 infectados. Es más, en las últimas dos semanas las cifras de contagiados se incrementó en un 17%.
Mientras tanto, Jair Bolsonaro sigue haciendo comentarios irónicos sobre la pandemia y alentando a llevar una vida normal en el segundo país con más muertes por coronavirus en el planeta.
Y hay más, porque la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) que se encarga de estudiar el trabajo del Gobierno brasileño para combatir la pandemia encontró en el último mes al menos 38 declaraciones falsas o contradictorias entre quienes han declarado, la mayoría de ellas del exministro de Salud Eduardo Pazuello, quien habría mentido en 15 ocasiones.
El actual ministro de Salud, Marcelo Queiroga, también habría mentido cuatro veces, y todas ellas al ser consultado sobre presiones recibidas por parte de Bolsonaro, un socio ideal para una CONMEBOL que necesita tergiversar la realidad para asegurar sus millones.
A una entidad que hace jugar a un equipo sin suplentes y un jugador de campo de arquero ante un brote masivo, que no suspende partidos aunque se tengan que detener siete veces por el ingreso de gas lacrimógeno al estadio, y que considera que no hay “consecuencias graves” mientras los muertos no sean los futbolistas, sino solo “empleados”, poco le importa el contexto.