La Confederación Argentina de Basquetbol (CABB) lanzó un juego para que los aficionados definan cual fue al jugador más determinante en la historia del seleccionado nacional.
Se trata de una una competencia virtual en la que esa entidad eligió 32 basquetbolistas que vistieron la camiseta albiceleste y que irán avanzando de fase de acuerdo a una votación que se realizará durante todo este mes a través de Twitter.
“Los escogidos llegaron únicamente por sus rendimientos en la Selección y con un único parámetro numérico: haber jugado al menos cuatro torneos oficiales con la camiseta argentina”, explicó la CABB.
Los 32 elegidos para competir en el #MVPDeSeleccion:
Oscar Furlong: Máximo anotador y MVP del seleccionado campeón del mundo en 1950. Dos veces medalla de plata en Panamericanos. Miembro del Salón de la Fama de FIBA. Fue un pivote completo, que representó al país durante una década y hasta tentaron los Lakers para jugar en la NBA. Jugó 49 partidos con 12.2 puntos de promedio. El crack de aquella época.
Ricardo González: El primer gran capitán de la Selección. Jugó ocho torneos entre el 47 y 55 entre ellos dos Juegos Olímpicos (clave en el cuarto puesto en Helsinki 52), dos Panamericanos (medalla de plata en ambos) y el mítico Mundial de 1950, en el que se coronó en el Luna Park, siendo parte del quinteto ideal de esa primera competencia mundial. Es miembro del Salón de la Fama de FIBA. Jugó 51 partidos oficiales, con 387 puntos.
Alberto Cabrera: Le decían Mandrake porque era un mago con la pelota. Base alto para la época (1m86), gran entendedor de los ritmos del juego y brillante pasador. Icono y espejo de una generación y motor de la pasión bahiense por el básquet. En la Selección debutó en el 66 y se retiró en 1974. Pero cinco años después volvió para lograr su mayor hito: ser campeón en el Sudamericano del 79 disputado en su amada Bahía Blanca, siendo capitán y figura. Jugó dos Mundiales (67 y 74) y 44 partidos oficiales.
Ernesto Gehrmann: Pivote muy alto para la época (2m11), dominante en los años 60 y 70, también por sus características técnicas. El misionero hijo de alemanes, quien fuera el cuarto máximo anotador del Mundial 67 en el que Argentina terminaría sexta, marcó una época y cambió las chances de Argentina en el concierto mundial. Finito tenía un poder de gol absoluto: anotó 1375 puntos en 82 juegos (en 10 torneos) y es el 4° máximo anotador de la Selección. Jugó dos mundiales y ganó dos títulos: el Sudamericano de Mendoza 1966 y el de Medellín 1976.
Eduardo Cadillac: El Tola fue un eximio conductor de equipo. Jugador determinante en los años 70 y 80. Jugó 66 partidos (497 puntos), integró el plantel que logró el hito de la clasificación olímpica a Moscú 1980 –y que después no viajó por el boicot internacional a la URSS- y obtuvo dos títulos sudamericanos: Medellín 76 y Bahía Blanca 79.
Carlos Raffaelli: Uno de los dos mejores tiradores que tuvo la historia del básquet argentino. Chocolate fue un anotador feroz que resultó referente de una época. Jugó 57 partidos, con una media de 14.3 puntos por juego y ganó dos trofeos: los Sudamericanos de Medellín (76) y de Bahía Blanca (79). Pieza esencial del seleccionado que logró el boleto olímpico a Moscú 80 –evento al que Argentina no concurrió por sumarse al boicot internacional a la URSS-.
Carlos Romano: Escolta de mucha personalidad y tremendo tiro que también podía colaborar en el armado del juego. Debutó en 1979 y hasta su último torneo, en 1993 (con 36 años), jugó 100 partidos en 14 competencias oficiales, incluidos dos Mundiales (86 y 90), siendo el octavo jugador con más presencias. Logró dos títulos con el seleccionado: los Sudamericanos del 79 y 87.
Esteban Camisassa: Alero alto (casi 2m00), versátil y terrible anotador que se destacó en la década del 80. Es el jugador argentino con más puntos en un partido oficial: fue el 22-5-84, en el Preolímpico de San Pablo, cuando anotó 51 ante México. Máximo anotador y rebotero argentino en el Mundial 86. Jugó 87 partidos entre 1979 y 1987 (siete torneos). Una lesión limitó su enorme potencial.
Marcelo Milanesio: Figura emblemática de la Selección. Trascendió generaciones y se convirtió en ídolo. Jugó 17 torneos y ganó dos trofeos: el Sudamericano 87 y los Panamericanos 95. En lo individual, fue el mejor asistidor del Mundial 94 con 6.9 de promedio. Era un base capaz de anotar o pasar, con igual habilidad. Admitió sentir que pudo dar más en la Selección, pero lo que hizo resultó suficientemente importante para quedar en la historia.
Héctor Campana: Con decir Pichi basta… Icono de una época, uno de los anotadores más letales de nuestra historia. El cordobés admitió sentirse en deuda con la camiseta argentina. Jugó siete torneos y 56 juegos oficiales, incluyendo tres Mundiales (86, 90 y 94). Entre el 85 y el 97 su promedio de puntos fue alto para un seleccionado: 13.4.
Diego Maggi: Pivote referente de los años 80 y 90. Jugó 12 años en la Selección, entre ellos dos Mundiales (86 y 90). Anotó 482 puntos en 68 partidos y ganó un solo título en su último torneo jugado con el equipo: los Panamericanos de Mar del Plata en 1995. Una lesión lo limitó.
Miguel Cortijo: Un mago. De los mejores armadores puros de la historia del básquet argentino. Base elegante y eximio manejador de las ofensivas, gran pasador. A tal punto que el santiagueño fue el mejor asistidor del Mundial 86, con 4.7. Jugó 15 torneos en 13 años (79-92) y ganó un solo título, el Sudamericano de Asunción 87.
Juan Espil: El Escopetero. Uno de los dos mejores tiradores de la historia. Figura de la Selección en cada torneo que jugó. Anotó 1475 puntos en 12 competencias con un promedio de 16. Jugó dos Mundiales, un JJOO y ganó la medalla de oro en los Panamericanos del 95. Aquellos equipos nacionales jugaban para su devastador tiro y el bahiense resultó una pesadilla para los rivales. Brilló en el Premundial 93 (fue el MVP) y en los Juegos Olímpicos 96 (cuarto goleador con 22.6), incluyendo un partido de 27 puntos ante los NBA de Estados Unidos. Se lo recuerda también por aquel golazo que le anotó a Michael Jordan en el Preolímpico 92.
Rubén Wolkowyski: Otro pivote determinante en cada logró de la Generación Dorada. Entendió siempre su rol y se entregó al equipo, aportando su gran capacidad defensiva (aquella recordada tapa a Okulaja en la semi del Mundial 2002), disciplina y gran tiro de frente al canasto. Gran ladero de Oberto y Scola. Rocoso si debía ser y fino, a la vez, si era necesario, como con su lanzamiento. Lo suyo arrancó antes de la GD, en 1993. Jugó 114 partidos en 15 torneos, incluyendo cuatro Mundiales y dos JJOO.
Marcelo Nicola: Ala pivote de muchísimo talento que se fue de muy chico a Europa y llegó a la Selección siendo una figura del Viejo Continente. De paso fugaz pero fuerte en el seleccionado. Jugó sólo cuatro torneos entre el 94 y el 98: dos Mundiales (94 y 98), un Juego Olímpico (96) y un Preolímpico (95), pero en todos fue una figura nacional. Anotó 426 puntos, 14.6 de media. Renunció para estar en el Preolímpico 99 y ya nunca más fue citado.
Hugo Sconochini: Llegó tarde a la Selección, a los 26 años, tras ocho en Europa, pero su presencia se hizo sentir desde aquel Sudamericano del 97. Pieza vital en el Mundial 98 y ni hablar de la GD, dentro y fuera de la cancha, como líder y capitán de aquellos dos hitos, el subcampeonato mundial del 2002 y el oro olímpico del 2004. Justamente su último torneo fue el de Atenas. Fueron sólo seis torneos con la camiseta nacional, con 51 partidos. Pero su huella resultó indeleble en nuestra historia.
Fabricio Oberto: Pivote de elite, esencial en cada conquista importante. Fue estrella en sus comienzos en la Selección (del 98 al 04) y luego un obrero de lujo. Quinteto ideal y segundo mejor rebotero del Mundial 98. Le anotó 28 puntos a Vlade Divac y Yugoslavia en la final del 2002. Esencial en el oro olímpico. Disputó tres Mundiales y tres JJOO (dos medallas). Jugó 83 partidos en 11 competencias oficiales.
Alejandro Montecchia: Uno de los bases más importantes de la historia. Figura clave en el subcampeonato mundial y en la conquista del oro olímpico, viniendo de atrás (de Pepe Sánchez) y aportando su potencia, poder de gol y personalidad. Un líder silencioso. Jugó 66 partidos en ocho torneos. También tiene el título Sudamericano en Valdivia, en 2001.
Leonardo Gutiérrez: Representante fijo de la Generación Dorada, un líder fuera del campo y un obrero que alternó poca participación con otras actuaciones determinantes, como héroe silencioso. Es el segundo jugador con más presencias en la historia: 133 partidos, en 20 torneos entre 1999 y 2014, incluyendo cuatro Mundiales y tres JJOO. Oro olímpico en Atenas y bronce en Atenas, subcampeón del mundo en Indianápolis y tricampeón Sudamericano.
Manu Ginóbili: El mejor jugador de la historia del básquet argentino. Debutó en 1998 y jugó hasta 2016: 104 partidos en 13 torneos oficiales. Estrella del subcampeonato mundial y de las medallas olímpicas: oro 2004 y bronce 2008. Entre 2001, cuando Argentina arrasó en el Premundial, hasta su último torneo, en Río 2016, todo giró en torno a él y nada hubiese sido posible sin él. A Estados Unidos, en la semifinal olímpica del 2004, le hizo 29 puntos. Jugó 104 partidos, no estuvo en los Mundiales 2010 y 2014.
Luis Scola: El jugador más influyente en la historia del seleccionado. Presencia ininterrumpida desde 1999: 169 partidos -líder- en 21 torneos oficiales. Disputó cinco Mundiales y logró dos subcampeonatos (2002 y 2019), además de ser el segundo máximo goleador histórico. Estuvo en cuatro Juegos Olímpicos y resultó decisivo en ambas medallas, el oro en 2004 y el bronce en 2008. Bancó en los momentos más delicados y de quiebre, como en Las Vegas 2007 o en el Premundial 2015. Líder, deportivo y espiritual, de la nueva camada que, como en 2002, impactó al mundo con gran campaña en China 2019. Un ícono que promedia 16.5 puntos y 6.2 rebotes.
Andrés Nocioni: Famoso por ser corazón y alma de la GD, a partir de una personalidad apabullante que no conocía miedos. Pero el Chapu fue mucho más que un guerrero: tremendo jugador, alero de elite. Irrumpió a nivel mundial en aquel Preolímpico 99 con el recordado volcadón ante Garnett y Duncan, estalló en el Mundial 2002 y fue decisivo en las medallas olímpicas. Un ejemplo de su personalidad lo dio en el partido por el bronce en el 2008, cuando jugó lesionó e igualmente resultó figura. Se mantuvo dando una gran mano, con la nueva camada, hasta Río 2016. Jugó 126 partidos oficiales en 15 torneos (ganó 5).
Juan Ignacio Pepe Sánchez: El cerebro de la Generación Dorada, con personalidad, mentalidad y cautivante talento para pasar. Manejó los tiempos de una máquina de jugar como fueron los seleccionados que lograron el subcampeonato mundial en 2002, el oro olímpico en 2004 y el cuarto lugar en el Mundial 2006 (brilló con 5.8 asistencias de promedio). Disputó 66 partidos en 8 competencias oficiales (1998-2006). Se retiró joven del seleccionado (29 años).
Carlos Delfino: Uno de los jugadores más talentosos de la historia argentina, con una enorme facilidad para crear juego y anotar, capaz de meter 18 puntos seguidos en un cruce olímpico, como sucedió ante Grecia en el 2008. Integrante fundamental de la Generación Dorada, desde su ingreso en 2004. Oro y bronce olímpico y dos títulos continentales: el Sudamericano 2004 y el Preolímpico 2011. Disputó 72 partidos en 11 torneos, incluyendo cuatro Juegos Olímpicos (2004, 2008, 2012 y 2016).
Walter Herrmann: El silencioso héroe de Atenas. Figura clave para vencer a Grecia y los NBA de Estados Unidos en aquellos dos cruces (cuartos y semi) en 2004. Jugó cinco torneos entre 1999 y 2006 y volvió para el Mundial 2014. Dueño de una impactante capacidad física y de un basto arsenal ofensivo, desde el tiro y las plásticas penetraciones que a veces finalizaba a una mano. Su ingreso a la GD, junto a Delfino, en 2004, fue decisivo para alcanzar la gloria. Además del oro olímpico, ganó dos campeonatos sudamericanos (2001 y 2004).
Pablo Prigioni: El brillante sucesor de Pepe Sánchez –a partir del 2006-, nuevo eslabón en la cadena de grandes bases argentinos, tras empezar su carrera como escolta. Excelso manejador de tiempos, audaz robador, tremendo pasador y brillante ejecutor de pick and roll. Hizo dupla lujosa con Scola. Bronce olímpico en 2008, oro en el Premundial 2011 y cuarto lugar en Londres 2012. Descolló en el Mundial 2010: 6.4 asistencias. Jugó 85 partidos en 11 torneos oficiales.
Paolo Quinteros: Otro de los héroes silenciosos que tuvo la historia de la Selección, crack que aún se mantiene vigente a los 42 años y que, entre 2003 y 2011, le dio una gran mano a la GD en algunos torneos importantes, en especial en el bronce olímpico 2008 y el pasaje conseguido un año antes en Las Vegas. También estuvo en las conquistas del Sudamericano 2008 y el Preolímpico 2011 en MdP. Su función era ser revulsivo y, en especial, aportar su gran tiro y capacidad de gol. Lo cumplió con creces, pese a los prejuicios sobre su altura para el puesto (1m86). Jugó 74 partidos oficiales en 11 torneos.
Facundo Campazzo: La nueva superestrella del básquet argentino, el motor de la nueva generación que impactó al mundo con el subcampeonato mundial en China 2019. Ya se metió en la pelea de los mejores bases nacionales de la historia, dentro de un puesto en el que sobran los cracks. Devastador defensivamente, con una marcha más que casi todos, poseedor de una gran mentalidad y corazón, con mejores ostensibles en la conducción (promedió 7.9 asistencias en el Mundial 2019) y un carisma que traspasa pantallas. Se sumó a la GD, en 2012, dio una mano y, en el camino, aprendió a ser mejor jugador y profesional. Hoy es NBA, tras un ciclo brillante en el Real Madrid.
Gabriel Deck: Unos de los nuevos jugadores de elite que tiene el básquet argentino. Debutó con la Mayor en el recordado Preolímpico 2015, y desde entonces, no se perdió ninguna cita con la Selección. Poco a poco fue ganando protagonismo, hasta convertirse en una pieza clave dentro del equipo. Fue una de las figuras del equipo que fue subcampeón mundial en China: promedió 13.9 puntos y 3.1 rebotes. Su potencia física, versatilidad para anotar –casi sin necesitar la pelota- y entrega en defensa lo posicionan como una de las grandes esperanzas argentinas para los Juegos Olímpicos de Tokio.
Patricio Garino: Alero polifuncional con muchísima intensidad en cancha y que se convirtió en un especialista defensivo a nivel mundial, anulando a varios de los mejores anotadores en China 2019. Debutó en 2015, sorprendiendo a todo con su aporte para lograr el pasaje olímpico a Río. Ya jugó 40 partidos, destacándose en sus logros el oro panamericano en Lima y subcampeón del mundo.
Nicolás Laprovittola: Dueño de un talento especial que le abrió las puertas del mundo. Debutó con la Mayor en 2011, en los Panamericanos y, un año después, conquistó el Sudamericano disputado en Chaco. A medida que avanzó en su carrera, fue ganándose un rol más importante en la Selección. Hoy lleva 11 torneos, incluyendo el oro panamericano y el subcampeonato en el último Mundial, en el cual promedió 10 puntos, 3.6 asistencias y 2.3 rebotes.
Luca Vildoza: Base exquisito, de un deslumbrante talento natural. Debutó a los 19, en los Panamericanos 2015, y su rol fue creciendo hasta ser una figura clave en esta nueva camada, siendo decisivo en el mágico 2019, que incluyo el oro panamericano y el subcampeonato mundial en China. Suma sólo 26 partidos oficiales en cinco torneos, pero su nivel ha sido valioso en conquistas históricas.
(Fuente: Prensa CABB)