Lionel Messi es el capitán y figura más preponderante del seleccionado argentino, incluso, dentro de la renovación de futbolistas que atravesó en los últimos tiempos con Lionel Scaloni como entrenador.
Sin embargo, los dos primeros partidos que disputó el conjunto albiceleste en las Eliminatorias dejan una sentencia firme: Argentina se independiza de Messi.
Por supuesto que la afirmación no supone descartar la presencia del crack rosarino ni mucho menos. Es, más bien, lo opuesto: dejar descansar a su figura durante ciertos tramos de los partidos para que sus apariciones, quizás más esporádicas, sean más dañinas para el adversario.
En el debut frente a Ecuador, Messi convirtió el gol de la victoria. Fue de penal, en una noche en la que no brilló. Aún así, su presencia siempre obnubila, inquieta al rival. Lo llena de temores.
Lo mismo sucedió en la altura de La Paz, en el 2-1 a favor contra Bolivia, con las limitaciones naturales que presenta la altura. Messi no estuvo en una de sus clásicas brillantes tardes, pero algunas intervenciones, principalmente en el segundo tiempo, le permitieron meterse en el podio argentino.
De todos modos, el dato saliente es otro: al menos en el inicio de las Eliminatorias, el juego no depende de él.
Argentina parece tomar distancia de su capitán, pero sólo desde el desarrollo del juego, al no convertirse siempre en la primera y única opción. Por lo demás, queda claro que su presencia es imprescindible dentro del equipo, al que le da un gran salto de calidad.