Sergio Hernández revivió hoy las emociones y experiencias con el seleccionado argentino subcampeón mundial en China, a un año del excelente torneo del combinado albiceleste que conmovió a todo un país.
“Seguramente fue el torneo más importante de mi carrera porque, más allá del resultado, pocas veces me sentí tan conectado con un grupo de trabajo, desde los jugadores hasta mi staff. Y por suerte, además, puedo decir que disfruté el camino. Desde la clasificación hasta el torneo en China. Aprendí a hacer eso en vida y pude conseguirlo… Y el Mundial en sí fue muy especial por ser parte de un grupo de gente muy especial, que tiene una convivencia y una armonía muy impactantes”, expresó Oveja en una entrevista con la prensa de la CABB.
Ante la inevitable comparación entre este grupo y el de la Generación Dorada, consideró que “hay grandes similitudes en la armonía, la hermandad, la unión… Y una forma especial de respetar las jerarquías, de reconocer autoridades y roles, sin perder las relaciones humanas”.
“Veía que estábamos muy bien, cada día mejor, que ganábamos sin tocar el techo de producción. Era como que el equipo manejaba los partidos sabiendo que los iba a ganar y eso me impresionaba muchísimo”, destacó.
Si bien todo el camino hacia la final fue dificultoso, hubo dos partidos que exigieron al equipo al máximo nivel: Serbia y Francia.
“Yo los notaba para ganar y lo decía. Algunos me veían como un loco. Pero al equipo lo veía ganador. Después de años aprendés a ver cosas y al plantel lo notaba muy crecido, poderoso, sabiendo que por más serbios que fueran los rivales, todos sienten la presión de ganar. También había visto, en el torneo, que Serbia subestimaba bastante la estrategia, como que ganaba por peso específico. Y pensaba que si ellos no se preparaban para jugar con nosotros, no nos iban a ganar. Luego lo confirmé: ellos no lo hicieron como nosotros, seguramente por tener más margen de error. Imaginate que nosotros fuimos al juego de ellos, al que más les gusta y en ese terreno les ganamos. En la discusión del staff planteé que Serbia, sí o sí, nos iba a meter 90 puntos y que, para ganar, nosotros debíamos anotar más y la única forma era entrar en su juego. Con el factor de sorpresa a favor porque ellos creían que nosotros íbamos a jugar a otra cosa, a pocas posesiones, controlando la pelota. Pero le salimos al palo y palo. A ellos les gustó al principio pero, en un momento, se dieron cuenta que no era negocio. Porque ellos querían otro juego, de sacar diferencias con sus torres, desgastarnos abajo, y no pudieron por nuestro small ball. Y cuando se dieron cuenta, ya era tarde”, recordó el duelo ante los balcánicos.
Por otro lado, para Hernández fue fundamental el liderazgo de Luis Scola, con el apoyo de Facundo Campazzo y Nicolás Laprovittola.
“Hay algo de liderazgo muy importante, que viene de Luis y han seguido sus generales, Campazzo y Lapro. El tema que los grandes triunfos no sean sorpresas. Nosotros no festejamos contra Serbia como si estuviésemos sorprendidos. Y el secreto estaba en los vestuarios post partido. Yo se los dejaba a Luis y eran brillantes. Se encargaba de decir ‘vamos bien, sigamos así’, dando esa sensación de poder y tranquilidad. En un torneo importante, cuando sos inexperto y te dejás llevar por la euforia, al otro día perdés. Y nosotros en el Mundial éramos las estrellas y nos sentíamos así. Fuimos el equipo que mejor básquet jugó por una diferencia abismal, el mejor equipo aunque no hayamos sido campeones… Un ejemplo, nosotros lo veíamos caminar a Campazzo en China y, aunque fuera nuestro Facundito, era como cuando hace décadas veíamos caminar a Sasha Djordjevic en Yugoslavia. Pensá que Kobe decía ‘quiero a Tortuga en los Lakers’, ¿entendés? Todo eso te puede afectar. Pero no nos pasó, eso marca lo importante de tener a un líder como Luis”, indicó el entrenador.
Finalmente, Hernández contó una anécdota muy especial con el entrenador español, Sergio Scariolo, apenas terminada la final que consagró a los ibéricos.
“Seguro puedo decir que no tuvo nada que ver el cansancio o el conformismo, porque llegamos bien y no es una característica del equipo. Tal vez pueda resumir un motivo con una anécdota con Sergio Scariolo, su DT. Cuando terminó la final y esperábamos la premiación, lo felicité y él me respondió. ‘¿Sabés porque jugamos el mejor partido por diferencia de los últimos años? Fue la primera vez que veo a mis jugadores cagados hasta las patas. Lo sólidos, sin fisuras, que los veían a ustedes hizo que cada cosa que decía me la preguntaran diez veces. Fue el partido con más concentración que jugamos en la historia’, me admitió. Nosotros jugamos con la inercia que veníamos y ellos, un partido especial. Pensá cómo ellos llegaron a la final, con el goleador del Mundial, Patty Mills, errando un tiro libre. Por eso, sabiéndose inferiores, prepararon algo especial, desgastaron a Luis, no nos dejaron correr y cargaron fuerte al rebote ataque. Y súmale que ellos tienen muchos jugadores que, esos partidos decisivos, los juegan todos los días desde hace diez años. Nosotros teníamos sólo a Facu y Luis con esa experiencia y seguramente se sintió. Pero nadie nos quita lo que hicimos. Y lo que disfrutamos”, concluyó.
La CABB revivió en sus redes sociales, día por día, el subcampeonato. Te dejamos el hilo de Twitter para que lo disfrutes: