Javier Filardi, siete veces campeón de la Liga Argentina de Vóley y referente histórico de la Selección, admitió que “entrenar en casa no es lo mismo que hacerlo con el grupo. Para empezar a competir un jugador joven necesita mínimo entre 20 y 30 días de entrenamiento normal. Yo, por mi edad, necesitaría entre 30 y 40 días para ponerme bien para entrar en competición”.
“El último partido que jugamos, en marzo por los cuartos de final de la Liga contra Obras en Neuquén, fue sin público. En Gigantes es mucha la gente que viene a vernos y alentarnos. Y sentí una sensación muy rara, una cosa extraña. Me incomodó ese silencio. No es ni bueno, ni malo, es una cosa nueva. Por un tiempo largo vamos a tener que acostumbrarnos a jugar sin público”, contó el cordobés en La Cocina del Vóley (Spotify y YouTube).
Sobre la próxima edición de la Liga Argentina consideró que “el nivel va a ser castigado por la cantidad de jugadores que se fueron y se están yendo al exterior. Va a haber muchos juveniles, que por un lado es bueno por el roce que van a sumar; pero es malo que del otro lado de la red no tengan una pared y un referente, sino a otro juvenil”.
Filardi recordó su experiencia en Chipre, donde jugó en Omonia VC en 2018: “Al principio la pasé muy mal. Por la comida, que es muy fuerte, y por el idioma. Todos hablan en griego y no quieren usar el inglés, hasta para pedir un café en un bar internacional tenía que hacer gestos. Me costó mucho”.
Agregó que “vivía en un barrio alejado del centro y no veía gente en la calle, pensé que estaban todos escondidos. Después me explicaron que no caminan, se mueven en coche y que salen a los bares entre las 18 y las 22”.
Sobre su experiencia en el equipo, reveló que “mis compañeros hablaban en griego y me dejaban afuera, igual que a los otros dos extranjeros, un francés y un ruso. Si yo les hablaba en inglés, la mayoría se hacían los que no entendían. Recién después de un mes, y cuando me sacaron la ficha, un compañero, que tenía un bar, me invitó, junto a los otros jugadores, a tomar una cerveza”.
El receptor punta de 40 años –cuatro veces campeón con Bolívar y tres con UPCN de San Juan en la Liga y medalla de oro y capitán con Argentina en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015– reveló que “estoy en mi casa en Córdoba, pude volver justo el día que cortaron las rutas nacionales, comiendo mucho asado, mucha costilla e innovando con platos al disco: pollo, bondiola…”. Y detalló sus infaltables a la hora de cocinar: “una copita de vino, un fuego prendido y la pimienta negra”.