Hernán Fofi Pellerano, ex defensor de Vélez, Newell’s e Independiente, volvió a ponerse la camiseta de Melgar, de Perú, su actual equipo, y está en plena actividad en el campeonato de Primera División. Pero hace unas semanas estuvo afectado de Covid-19 y la pasó realmente mal.
El marcador central argentino contó su experiencia en una entrevista con Juan Manuel Herbella, médico y ex futbolista, en los canales de Instagram y YouTube del Doctor: “Al principio no quería contarlo mucho para no preocupar a parientes y amigos. Pero ahora me decidí a hablarlo porque me parece bueno por el lado de la concientización. Los futbolistas pensamos que somos superhéroes, que nunca nos va a pasar nada, que estamos exentos de todo. Pero la realidad es que nos puede pasar y es fundamental que tomemos conciencia y que clubes tomen recaudos”.
“Apenas la Federación de Perú aceptó la vuelta a los entrenamientos, en el club nos hicieron un hisopado y después una vez por semana la prueba rápida, en el dedo. Empecé a entrenar y al mes y medio, volví a casa con un dolor de espalda tremendo. Pensé que fue algún choque, pero el dolor era muy profundo. A la noche me subió mucho la fiebre, amanecí igual y por avisé al club. Eso fue el 15 julio y un par de días después seguía fiebre alta y me dolía todo el cuerpo, decidí hacerme el hisopado: y me dio positivo de Covid“, detalló el futbolista de 36 años.
Pellerano, que también jugó en Almería (España), Newell’s, Tijuana (México), Olimpia y Liga Deportiva Universitaria, siguió con el relato de su padecimiento: “Antes de todo eso, cuando empezó todo, estuvimos, con mi familia, encerrados en el departamento durante 90 días. En Arequipa se había decretado casi un toque de queda. Teníamos un taxista, con un permiso especial, que nos hacía las compras y las traía. En esos días, entrenaba por zoom”.
“Pasaron la gripe y el dolor corporal, pero continué con una neumonía muy fuerte. No podía respirar, tampoco comer, bajé 7 kilos, porque me pasaba todo el dia tosiendo. Dormía sentado. Me tuve que comprar un tubo de oxígeno, que es bastante caro, para poder respirar. También me compré un oxímetro, para medir los niveles de saturación de oxígeno en sangre; en Arequipa, al ser una ciudad que está en la altura, lo normal es 96-97 y yo medía 89-90″, contó.
“También me compré un aparatito para hacer ejercicios de inhalar y exhalar. Como tenía miedo de ir al hospital, contraté una enfermera, que me inyectaba anticoagulante y por suero, los medicamentos. Y seguía con el tubo de oxígeno y haciendo trabajos respiratorios. Recién al cabo de 5 días empecé a estar mejor”, señaló.
Aquí no terminaron los problemas: “El 30 de julo ya respiraba bien y estaba listo para volver. La Federación y Melgar me mandaron a hacer unos chequeos: placa de tórax, resonancia magnética, electrocardiograma… Y agradezco a Dios que me hayan hecho esos estudios, sino podría haber pasado cualquier cosa. El electrocardiograma mostró que producto del Covid me quedó una arritmia. Yo, asustado, tenía 0 antecedentes en tantos añosde carrera”.
“Como no se iba esa arritmia, a pesar que me daban medicamentos cada vez más fuertes, la pasé muy mal. Se acercaba la fecha de trasladarnos a Lima, para retornar ahí el campeonato todos los equipos, y el club activó más consultas con cardiológos. Yo le escribía, más de la cuenta, a los médicos Roberto Peidró, en Argentina, y a Celio, en Ecuador, que me ayudaron mucho”, explicó.
Pellerano prosiguió: “me sometí a una cardioversión, un procedimiento que restaura el ritmo cardíaco normal a través del envío de descargas eléctricas al corazón. Pero antes me durmieron y me pusieron un tubo hasta los pulmones para ver que no haya quedado algún coagulo, por el Covid. Fue una operación sencilla, me operaron a la mañana y a la tarde me dieron el alta. Después pude volver a entrenar, primero sólo y después con el grupo. Se me fue todo, aunque cada tanto hacerme chequeos”.
Mudado a Lima, junto a su familia (y a todo el plantel de su club), la pesadilla quedó atrás y el presente muestra a Pellerano recuperado. En la capital peruana fijaron residencia todos los clubes de Primera División y distribuidos en cinco canchas retomaron el certamen. El defensor viste la camiseta roja del Melgar, y el coronavirus quedó atrás. Como un mal recuerdo, que ahora difunde con el objetivo de “crear conciencia”, como él mismo explica.