Bayern Munich evidenció las diferencias futbolísticas y anímicas que lo separan en la actualidad de un Barcelona sin alma, goleó con autoridad al conjunto catalán por 8-2 en Lisboa y se convirtió en el tercer semifinalista de la Champions League.
Avasallante y voraz. Así fue el primer tiempo del conjunto alemán frente a un Barcelona que, minada su confianza por la evidente supremacía de su rival, y con escasa influencia de Lionel Messi, acaso su salvador en los últimos tiempos, poco pudo hacer para evitar la eliminación de torneo de clubes más importante de Europa.
El partido podía catalogarse como una final anticipada, no tanto por el presente de ambos como por su rica historia. Pero el elenco bávaro dejó en claro que su actualidad no tiene oposición. O al menos no la tiene hasta ahora.
Bayern demolió desde los primeros segundos del partido a Barcelona. Quedó claro cuanto apenas movieron los catalanes y Busquets rápidamente perdió la pelota, acosado por jugadores rivales.
Resultó apenas como un accidente el golazo que Alaba convirtió en su propia valla y que significó el empate parcial. Allí Barcelona pudo ejecutar la única carta que medianamente le dio resultado: el juego directo.
Por lo demás, fue todo de Bayern, que no perdonó. Cuando el blaugrana avisó con un avance que Neuer abortó con los pies, el equipo teutón respondió con el primero de Muller y del partido.
Luego, después de sendas salvadas de Neuer ante Suárez y un Messi demasiado aislado, y de contar con la complicidad del palo ante un disparo del rosarino , volvió a desnivelar. Y a partir del gol, y mientras Bayern quiso, no existieron equivalencias.
Así llegó el gol de Perisic, con un zurdazo cruzado, después de una salida fallida de Sergi Roberto. Y también el tercero de la cuenta alemana, a través de Gnabry, quien expuso las complicaciones catalanes de contener un práctico, rápido y seguro ataque alemán.
Muller selló su doblete apenas superada la media hora y luego Bayern sacó un poco el pie del acelerador. Barcelona, prácticamente no entregó respuestas.
Bayern no perdió la concentración en el complemento pero sí resignó un poco de intensidad y ese contexto propició una gran acción individual de Luis Suárez y el descuento de Barcelona.
El conjunto del cuestionado Quique Setién, que mandó a la cancha a Griezmann en el inicio del segundo capítulo, encontró así una luz de esperanza al final del camino. Sin embargo, rápidamente el equipo alemán le cortó la energía eléctrica.
Lo hizo a través de Kimmich, aunque el lateral por derecha germano solo tuvo que empujar la pelota en el corazón del área chica. La cuota de responsabilidad más grande del gol se la llevó el canadiense Alphonso Davis, quien dejó en ridículo a Semedo con un desborde a pura potencia por el costado izquierdo.
Lewandoski, en un aparente fuera de juego que el VAR omitió, y Coutinho, que ingresó desde el banco de suplentes para marcarle un doblete a su equipo, terminaron de sentenciar una historia de terror no solo para Barcelona, sino también de Setién, cuyo futuro seguramente estará lejos de Catalunya.
Bayern Munich se medirá en semifinales con el vencedor del partido que jugarán mañana Manchester City y Olympique de Lyon.