La dura historia de vida de Alex Vigo: “Me crié en un rancho porque mi viejo nos abandonó”

Alex Vigo, joven talento de Colón de Santa Fe, desnudó su dura historia de vida en una entrevista con el diario El Litoral y, además de las dificultades que tuvo que pasar, contó por qué nació como Alex Gómez y se tuvo que cambiar el apellido.

“Yo tenía mi apellido, que era Gómez, el de mi mamá. Te voy a contar todo, porque creo que es justo y que lo sepan todos: mi padre biológico me abandonó antes de nacer, faltaban dos semanas. Pero ahora tengo a mi papá que es Jorge Rossi y de él aprendí algo: ‘Padre es el que cría, no el que hace’. Yo nací y me crié en un rancho, no tengo vergüenza en decírtelo”, comenzó el lateral derecho de 21 años su conmovedor relato.

Luego, prosiguió: “Me crié en un rancho, porque mi viejo nos abandonó ahí y nos llevó todo. No tengo vergüenza en decirlo y lo voy a decir a todo el mundo. ¡A la gente que me quiera escuchar se lo voy a decir! Mi vieja empezó a hacerle juicio porque nos quedamos sin nada y no teníamos nada de nada. Era para que por lo menos nos pase la cuota alimentaria. Porque ahí, la jueza, no se bien por qué, le dijo a mi mamá que yo tenía que llevar el apellido de Vigo, de mi papá biológico. Me lo tuve que poner y sacarme el de mi mamá. Yo tenía apenas diez años cuando pasó todo eso. Fue para poder comer”.

Vigo, por quien River Plate ya realizó una oferta (rechazada), vive “casi en la costa del río Paraná, en un pozo que se forma abajo del terraplén”, donde tampoco la tiene fácil.

“En la inundación, con la última creciente, fue de las más grandes y el agua avanzó. El club me ofreció ir a vivir con todo pago a la pensión para que no tenga problemas y no deje de ir de entrenar al predio. Yo tomé la decisión de quedarme ahí, ése es mi pueblo y tengo que ayudar. Había que ayudar a mi familia porque se vino feo, había mucha agua y había que ‘bolsear’. Todos teníamos que hacer el esfuerzo, porque el terraplén es chiquito y en ese pozo que se forma abajo del terraplén, ahí vivimos nosotros”, contó.

El defensor se quedaba “día y noche con las bombas, tirando y bolseando para que la inundación no avance”, pero nunca dejó de ir a entrenar. Es más, era el primero en llegar.

“Me levantaba todos los días a las cinco de la mañana y tomaba el 2 que entra a Colastiné Sur, así que daba vueltas una hora más o menos. Me bajaba y ahí esperaba hasta que a las siete y cuarto pasaba el Kieffer. Así, llegaba siempre una hora y pico antes de cada entrenamiento al predio de Colón. Me iba solito al gimnasio a entrenar”, confió Vigo, el luchador.

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