Febrero de 2013. Los medios rosarinos reflejaban una denuncia contra un futbolista de Tiro Federal. La carrera futbolística de Ezequiel Chimy Ávila, quien daba sus primeros pasos en ese club, parecía llegar a su fin.
Se trataba de un golpe más en la vida del delantero que, con 26 años, deslumbró a propios y extraños en Huesca y Osasuna de España, y que de no mediar una inoportuna lesión podría ser hoy compañero de Lionel Messi en Barcelona.
En diálogo con Fox Sports, el futbolista que logró reinventarse en San Lorenzo de Almagro para luego marcharse hacia el Viejo Continente en busca de continuidad y prosperidad, relató uno de los tantos duros momentos que debió sortear en su vida.
“Me acusaron de un robo calificado y tentativa de homicidio. Hace poco salió el caso y salí inocente, porque era todo falso. Perdí dos años de mi carrera”, se lamentó Ávila.
Luego, amplió: “El presidente me acusó de que me estaba yendo del predio (de Tiro federal) con 20 LCD, con 20 pelotas, con los botines de todos los chicos. La jueza le preguntó como hizo el chico para salir con todas esas cosas en una moto”.
“Me llevaron detenido, tuve a la policía un año y medio vigilándome en la puerta de mi casa. Sólo podía salir a trabajar”, recordó el futbolista rosarino que fue declarado inocente en 2018.
A raíz de ese hecho, Ávila tuvo que buscarse la vida de otra manera, alejado del fútbol: “Tenía 19 años y como no conseguía trabajo le pedí a mi primo un carro con un caballo Mi mujer estaba embarazada y yo tenía que trabajar para darle de comer”.
“Le prometí un porcentaje a mi primo, 70 para él y 30 para mi. Así que até el caballo y estuve desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde cirujeando, hasta que conseguí un trabajo de albañil”, repasó el futbolista que también hizo changas como pintor.
Sin embargo, tanto esfuerzo generalmente trae su recompensa: “Nació la nena (su hija) y conocí a mis representantes. Ellos me daban 600 o 700 pesos por sábado para que yo me dedicara solo a entrenar”.
“Al capataz le decía que necesitaba entrenar a la tarde y me respondía que me iba a pagar la mitad. Así hasta los 20, que fui a San Lorenzo. Hasta ese momento trabajaba y entrenaba”, contó Ávila, quien llegó a Boedo en 2015.
Fue ese el principio de un camino que desembocó en Huesca, después de no lograr la continuidad que deseaba en San Lorenzo.
Sin embargo, tampoco fueron todos momentos decorados con brillantina los que atravesó en España. Chimy confesó que hubo momentos en los que pensó en dejar todo y volver a Argentina.
“Me quise volver. Lo llamé a (Bernardo) Romero y le dije que me queria ir. Él me dijo que aguante. Tres días antes de volver, le pregunté a Rubien (entonces entrenador de Huesca) que tenía que mejorar o aprender. ‘Lo primero es levantar el pie del acelerador’, me dijo”, reveló.
Sobre ello, amplió: “Los primeros tres o cuatro partidos iba a chocar. Empecé a entrenar a hacer las cosas como me decía él, a hacerle caso y después jugué todos los partidos hasta que ascendimos”.
Su rendimiento siguió en ascenso y sobre sus condiciones puso los ojos nada menos que Barcelona, pero una lesión en la rodilla, de la que aún se recupera, le quitó esa posibilidad.
“No es que se me desmoronó el sueño. Mi sueño era vivir del fútbol y que mi familia viva de lo que hago yo. Mi sueño era salir del barrio y no trabajar más 12 horas. Lo tomo como un obstáculo más que la vida me puso”, reflexionó Ávila, quien dejó atrás los malos momentos de su vida y se prepara para volver a cautivar a las potencias europeas.