Las historias mínimas se multiplican en tiempos de pandemia. El Coronavirus afectó la cotidianeidad del mundo entero, aisló a gran parte de la población e introdujo a las personas en un contexto inédito para esta época.
El impedimento del contacto estrecho alteró varias costumbres bien arraigadas en nuestro país. El abrazo extendido, la reunión social y el hábito de compartir momentos se volvieron bienes preciados. Se trata de una nostalgia que, a veces, socava el ánimo. Lo erosiona con fuerza.
Afortunadamente, la tecnología se alió con aquellos que sienten la necesidad de afecto cercano y sufren con la distancia de sus seres queridos. Definitivamente no reemplaza todas aquellas acciones, pero al menos representa un paliativo frente al aislamiento obligatorio.
En este marco, los jóvenes, abanderados de las nuevas formas de comunicación, utilizan esas herramientas para relacionarse entre pares. Pero también hay otros que las emplean con fines solidarios.
En Potrero de Garay, pueblo que bordea la costa del lago Los Molinos, a 70 kilómetros de la Ciudad de Córdoba, tres jóvenes de 17 años tuvieron una idea: contactar por videollamadas de WhatsApp a “gente mayor que esté sola en su casa pasando la cuarentena y no pueda hablar con alguien“.
Así lo explicó Ian Rossotti, uno de los impulsores de esta acción solidaria junto a Leslie Martínez y Valentina Barcellos. “Arrancó como un juego”, admitió el joven en diálogo con IAM Noticias.
La movida comenzó con un contacto con un centro de jubilados local y rápidamente ganó adhesiones.
“Sabíamos que había gente que tiene a sus familiares en otras casas y lo pensamos como una forma de acompañar. Muchos nos contactan a través de nuestras redes sociales y nos mandan números. Nos llegan mensajes de vecinos que nos dicen que conocen personas que pasan solas la cuarentena y nos pasan sus números”, comenta el joven de 17 años que, al igual que sus dos compañeras en esta aventura, transita el último año del colegio secundario.
Una sonrisa y un gracias que les “llena el alma”, es el premio que reciben estos jóvenes ante cada uno de los llamados de aproximadamente media hora de duración, que realizan entre las 19 y las 21.
Es por eso que pretenden ayudar a esos “libros abiertos”, como denominan las personas mayores, durante todo el período de aislamiento preventivo.
“La movida va a continuar, de lunes a viernes. Tratamos de organizar una agenda para tener un parámetro sobre a quién llamar cada día. A algunos los sorprendemos. Los agarramos cocinando, mirando una película, nos reímos, contamos chistes. Es una forma diferente de pasar la cuarentena”, relata Ian, hincha fanático de Temperley que vive esa pasión ahora a la distancia, desde Córdoba.
Por último, deslizó: “Cuando se empiece a flexibilizar la cuarentena, seguramente cada uno vuelva a su vida habitual“. Sin embargo, la misión de acompañar a quienes lo necesitan, ya estará holgadamente cumplida.