En cada lanzamiento de su jabalina viajaban sueños. Grandes y chiquitos. Sueños al fin. Braian Toledo intentaba cumplirlos a todos y por ello trabajaba incansablemente.
Hasta dejó su país para alcanzar la perfección e instalarse definitivamente en la elite de esa especialidad. Pero claro, sin olvidar sus raíces. Comprometiéndose. Ayudando. Con humildad.
“Mi historia pesa mucho, es mi motor, me empuja a que otros no pasen lo mismo que yo. Sé que es imposible, porque no sólo es tarea mía, es más del Estado, pero yo me siento feliz aportando mi granito de arena“, apuntó hace poco más de un mes.
Infancia dura y carencias. Sueños de progreso. Braian Toledo alcanzó metas difíciles no sin esfuerzo. Al fin y al cabo, ganó.
Lo hizo más allá del plano estrictamente deportivo, donde sus logros fueron muchos y bien variados. Dejó su huella también en lo social, otra de sus pasiones, además de la jabalina.