Es Marcos Acuña un jugador que cada vez que entró, rindió en el seleccionado de Argentina. Pocas veces fue titular, pero cuando tuvo la chance de jugar con la camiseta albiceleste, de mínima cumplió.
Por eso no llamó demasiado la atención su condición de figura en el equipo argentino, en el amistoso de este lunes frente a Uruguay, en Tel Aviv, incluso ante la presencia de jugadores de la talla de Lionel Messi, Sergio Agüero y Paulo Dybala.
El apodado Huevo le aporta al equipo de Lionel Scaloni la proteína necesaria para lograr equilibrio en el retroceso, inteligencia para presionar y cambio de ritmo cuando se mira al arco de enfrente.
En el estadio Bloomfield de aquella ciudad israelí, Acuña mostró todas y cada una de esas virtudes en el amistoso que Argentina empató con la Celeste.
El ex Ferro y Racing, actualmente en Sporting de Lisboa, estuvo atento para marcar y fue oportuno para avanzar. Además aportó entrega y sacrificio, a tono con su sobrenombre.
En un mediocampo que no tiene a la recuperación como su principal característica, Acuña encajó a la perfección. Y se convirtió en una rueda de auxilio principalmente la Leandro Paredes, el volante central de equipo argentino.
Salió en el segundo tiempo con una molestia, pero seguramente para Scaloni será una variante por demás apetecible, más que en el pasado reciente, en determinada clase de partidos de Eliminatorias.
Un escalón más abajo en la lista de buenos rendimientos argentinos en Tel Aviv se ubicó Renzo Saravia, otro ex futbolista de la Academia. Más allá de una equivocación que derivó en un avance peligroso de Uruguay, el cordobés aportó una interesante proyección ofensiva y también marca.
Esta actuación ubica también a Saravia como una alternativa interesante para el entrenador en una posición sin dueño, donde Juan Foyth y Gonzalo Montiel también aparecen con chances.