La dura derrota que San Lorenzo sumó el miércoles como local frente a Defensa y Justicia, la quinta en los últimos seis partidos por Superliga, sentenció el segundo ciclo de Juan Antonio Pizzi como entrenador azulgrana.
El ahora ex técnico del Ciclón se marchó del Nuevo Gasómetro en silencio tras perder contra el Halcón y, según trascendió, también lo hizo abatido anímicamente. Se aguardaban decisiones importantes en el club de Boedo para este jueves, y finalmente llegaron.
Pizzi dejará el cargo después de apenas 13 partidos. Se trató de una aventura que transitó con serios problemas para asentar un equipo y que, al cabo, duró muy poco.
La tristeza por la prematura eliminación de la Copa Libertadores, en octavos de final, se maquilló con un inicio de Superliga alentador, porque San Lorenzo se mantuvo invicto durante los primeros cinco juegos, en los que logró cuatro victorias y un empate.
Pero la derrota con Colón, como visitante, fue el inicio de la debacle futbolística. Allí comenzó la seguidilla negativa tanto desde los resultados como desde lo deportivo.
Fue ese el primero de los encuentros que disputó, por ejemplo, sin la dupla de marcadores centrales que empezó el torneo. Marcos Senesi se marchó a Feyenoord, Fabricio Coloccini luego estuvo inactivo más de un mes por lesión. San Lorenzo perdió seguridad en uno de los sectores de la cancha donde se había mostrado más firme.
Establecer una nueva pareja de centrales fue la tarea que Pizzi nunca terminó de completar. Llegó de imprevisto Ramón Arias, pero apenas duró cuatro encuentros como titular. La derrota en clásico contra Huracán empujó hacia el banco de suplentes al uruguayo y propició el regreso del juvenil Gianluca Ferrari.
El puesto de centrodelantero fue, hasta aquí, otro de los dolores de cabeza para el apodado Macanudo, que sostuvo a Adam Bareiro hasta que los cuestionamientos por su falta de eficacia fueron insostenibles.
En ese sentido, vale aclarar que algunos de esos reproches estaban justificados. Una muestra fue el penal que falló contra Rosario Central, cuando los días todavía eran felices, con una ejecución por la que luego tuvo que disculparse públicamente.
Nicolás Blandi, quien también se perdió varios partidos por lesión, y últimamente el juvenil Alexander Díaz fueron otros de los futbolistas que tuvieron su chance por el centro del ataque. Con ganas de más, al menos hasta aquí, se quedó Adolfo Gaich, otra promesa del club que venía de brillar en los Juegos Panamericanos.
En la mitad de la cancha, Lucas Menossi, uno de los principales refuerzos del último mercado de pases, fue de mayor a menor. Lo mismo que los hermanos paraguayos Ángel y Óscar Romero.
Según trascendió, Pizzi, campeón local con San Lorenzo en 2013, estaba dispuesto a dejar el cargo en la tarde del miércoles, con la derrota ante el Halcón todavía caliente. Se dice que le pidieron que lo piense.
Este jueves, finalmente, entregó novedades importante en el club de Boedo, que también vive un año agitado por la inminencia de las elecciones para definir a su nuevo presidente