Para entender el presente hay que recordar el pasado…
Julio de 2014. Faltan dos semanas para el Mundial de básquet y los jugadores dicen basta. La mítica Generación Dorada decide seguir trascendiendo su deporte, ahora afuera de la cancha. Luis Scola, Andrés Nocioni y compañía denuncian públicamente una mala gestión en la Confederación Argentina y amenazan con no ir a la Copa del Mundo si no se van todos los dirigentes y llega una intervención.
La sangre no llega al río porque su presión pública surte efecto. Del otro lado ceden por el apoyo masivo a la GD y asume Federico Susbielles, el hombre de confianza de los jugadores. La persona que se encargaría durante cinco años de dar vuelta una situación grave y hoy, con el subcampeonato mundial en el bolsillo y muchos logros en su gestión, aparece como un el héroe silencioso de un presente exitoso y un futuro que ilusiona.
“Héroe no me creo. Sólo hice lo que creí necesario, para devolver algo a mi deporte y la confianza que referentes mundiales depositaron en mí. Cuando los chicos me fueron a buscar me sorprendió porque con algunos ni siquiera había hablado. Me contaron cuál era la situación, la analicé y me di cuenta que era de extrema gravedad. Yo tenía otros planes, pero no pude mirar para otro lado. Además porque me lo pedían tipos a los cuales admiraba y yo me sentía con capacidad para hacerlo”, recuerda este bahiense de 48 años que fue jugador (guerrero) de Selecciones juveniles y Liga Nacional entre los años 80 y 90.
Aquel fue un momento bisagra en el básquet argentino, porque la CABB iba camino a la quiebra.
“No teníamos ni los pasajes para que el seleccionado viajara. En realidad, no teníamos ni para viáticos. La gestión anterior había cobrado por adelantado derechos de la comercializadora, teníamos sponsors caídos y se debían dos meses de sueldos a los empleados. La deuda era de cuatro millones de dólares y recuerdo que llegamos a tener 700 cheques rechazados. Y sumale la pérdida total de prestigio…”, recuerda el Chubi, como le dicen desde su época de jugador.
Sobran anécdotas de lo duro que fueron aquellos primeros meses en las oficinas de la calle Montevideo: “Parecía un consultorio médico. Casi que los acreedores hacían cola para reclamar. Y Chubi se los fumaba a todos, defendiendo el dinero de la CABB como si fuera suyo. Incluso puso plata de su bolsillo, varias veces, suya y de su familia…”, cuenta uno de los empleados de CABB que estuvo en ese inicio.
“Sí, al principio no fue nada fácil. Trabajar en soledad, primero para que la CABB no quebrara. Había que honrar compromisos asumidos y, a la vez, negociar con firmeza. Como interventor la prioridad fue ordenar el caos administrativo. La idea fue desarrollar una CABB austera, viable, responsable y transparente. Y así empezamos a trabajar con la organización Poder Ciudadano (una ONG apartidaria)”, explica Susbielles, quien publica un informe de gestión anual en la web oficial.
Eran tiempos de una CABB arrasada en todo sentido: “Cuando entramos físicamente a las oficinas nos dimos cuenta que se habían robado hasta la copa del 50, que faltaba la réplica de la medalla de oro, camisetas de los jugadores… Por eso, además de avanzar, no quisimos olvidarnos de por qué se había llegado hasta ahí. Fuimos querellante de la causa contra el presidente Germán Vaccaro porque estábamos seguro de que teníamos las pruebas suficientes para demostrar una administración fraudulenta”, agrega.
Cinco años después, hace 20 días, la Justicia dictó el procesamiento de Vaccaro y se espera para esta semana la confirmación: “Nos hubiese gustado más celeridad, pero la Justicia tiene sus tiempos”, asegura quien fue el mayor impulsor de esta causa.
“Al principio peleó en soledad, con decenas de iniciativas y proyectos: la nueva organización de las formativas, la apuesta por el femenino, la NBA Junior… Es un tipo con una capacidad de trabajo descomunal, con una cabeza infernal. Vive aportando ideas en todas las áreas. Es un líder tremendo, el mejor jefe que tuve. El crecimiento institucional que generó es notorio e irrefutable”, opina otro de los empleados que prefiere el anonimato para “no quedar como un chupamedias”.
Pero, claro, los elogios no sólo vienen desde las sombras. Lo que dijo Luis Scola hace días impactó fuerte: “Chubi va a quedar en la historia. Lo que hizo a nivel gestión es equiparable a lo que nosotros hicimos en la cancha. A mi forma de ver, y a la de muchos, lo que logró en las oficinas estuvo al mismo nivel de lo que hizo la Generación Dorada. Blanqueó la CABB, la saneó y construyó una organización en la que hoy no tiene deudas, está al día y en la cual nadie robó nada”, dijo el capitán.
Susbielles se sonroja cuando se le recuerda lo que expresó Luifa: “Me da orgullo y reconforta, pero en realidad esto me genera más responsabilidad y compromiso para seguir así. Ellos son los mejores testigos de cómo estaba la CABB y lo que es hoy. Yo llegué para honrar los valores de la Generación Dorada y que ellos lo digan es una caricia al alma”, admite.
Para Scola y Hernández sólo tiene palabras de agradecimiento por un acompañamiento integral en estos años: “Sergio está teniendo al fin el enorme reconocimiento mundial que merecía. Y Luis es un ejemplo enorme, un deportista ejemplar que predica con el ejemplo y que estuvo en los momentos más difíciles. Ojalá esté en Tokio, lo podamos convencer, y después siga cerca aportando su compromiso y visión. Aún tiene mucho para dar”, asegura Federico.
Si hablamos de economía, Susbielles informa que la CABB ha dado superávit en los últimos cuatro balances: “Pudimos renegociar y pagar la deuda de 33 millones de pesos”, asegura.
Y siente orgullo por haber podido formar un equipo, algo que dice ser decisivo en su gestión: “Es la única forma. En CABB pasamos de tener 8 empleados (4 en negro) a 16 en blanco dentro del staff estable y 20 más con los becados. Lo logramos con ayuda del Enard y la Secretaría de Deportes, pero nosotros hicimos lo nuestro. Tenemos más sponsors que nunca, llevamos la Selección al Interior durante las ventanas clasificatorias, llenamos todos los estadios y pudimos cerrar contrato para conseguir indumentaria de primera línea por primera vez”, comenta.
Luego de enderezar lo administrativo y económico, Susbielles se enfocó en el desarrollo.
“De a poco fuimos pensando en un método. Tuvimos la suerte de tener una cabeza como Silvio Santander, hoy director nacional formativo, con otros entrenadores por debajo y varios directores regionales. Lo armamos y hoy tenemos una metodología de formación para chicos de más de 13 años. Y en breve lo lanzaremos para el minibásquet, en todo el país. Unificamos una mirada, criterios de cómo formar, algo que no existía”, informa.
Hoy este plan tiene una plataforma online que sigue la evolución de más de 700 jugadores: “Cada uno tiene un plan de trabajo dentro de un plan multidisciplinario, que tiene preparadores físicos, nutricionista, psicólogo, fisioterapeuta y médico. También mejoramos el plan Altura. Ya había detección pero nos faltaba el seguimientos de los chicos altos que salían. Hoy lo tenemos. También desarrollamos el programa escolar NBA Jr y organizamos campamentos formativos en todo el país, femeninos y masculinos”, detalla con pasión.
En la CABB también funciona la escuela de entrenadores y árbitros, y hay cursos online para dirigentes, periodistas, fisioterapeutas y preparadores físicos.
El tema del escándalo por la eliminación femenina en Lima por el problema de las camisetas llega a la mesa y Federico no lo esquiva: “Fue un error grave pero de alguien muy responsable. Esta es una gestión que ha hecho más que ninguna para incluir y generar mayor igualdad entre hombres y mujeres. Este año ya organizamos cinco torneos masculinos y la misma cantidad de femeninos, y ahora estamos por lanzar un plan para continuar progresando en ese sentido. Existe una planificación integral, para darle lo mejor a las chicas. Justamente las Gigantes vienen de ser campeonas sudamericanas por primera vez en 70 años”, asegura.
La frutilla del postre de la gestión podría haber sido lograr la organización del Mundial 2023, en forma conjunta con Uruguay: “La llevamos a cabo con ambición y seriedad. No tengo dudas de que teníamos los votos para ganar pero como el gobierno no completó los avales, todo se cayó. La opción del 2023 y hasta la del 2027”, informa.
En su regreso al país, se siente feliz e ilusionado. Cree que ahora, tras el impacto del Mundial, “el básquet tiene una nueva gran oportunidad que tenemos que aprovechar”, aunque todavía no se sabe qué será de su futuro, porque en diciembre hay elecciones en la CABB y en Bahía Blanca, donde es candidato a intendente.
“Veremos, no me quiero adelantar. No fue fácil aceptar la decisión y tampoco transitar este camino. He dejado de lado mi carrera y también momentos con mi familia. Pero valió la pena”, dice.
Y argumenta por qué cree que su deporte le ha vuelto a dar más de lo que él le dio: “Me metí para devolver algo de lo que soy como persona, pero me equivoqué: el básquet me sigue dando a mí. Aprendí mucho, crecí, me nutrí de la filosofía de vida, de los valores de quienes me rodearon… Y hoy siento que soy mucho mejor dirigente y persona luego de estos cinco años. Terminé de valorar el trabajo de equipo y de entender que hay que ir paso a paso, trabajar a largo plazo, aun cuando haya que atravesar momentos muy difíciles en el camino”, explica.
Y, en esa transformación, siente que salió beneficiado: “Hoy creo que soy mucho más un gestor que político. Me gusta más lo ejecutivo, tomar decisiones, administrar. Creo mucho en triunfar a partir de la gestión, de un método, de una planificación y de los valores”, asegura mientras se va abrazado con Oveja, feliz con este presente y con la satisfacción de un deber –por ahora- cumplido.