El español Rafael Nadal venció en cuatro sets al austríaco Dominic Thiem en la final de Roland Garros y sumó su duodécimo título en el polvo de ladrillo parisino.
El partido fue parejo mientras Thiem pudo sostener el ritmo que impone Nadal. Cuando las reservas físicas tomaron la curva descendente, el número 2 del ránking impuso las condiciones y le impidió a su rival tomarse revancha de la final de 2018, cuando también ganó el mallorquí.
Nadal se llevó un vibrante primer parcial por 6-3, pero Thiem, cuarto en el escalafón mundial, se adjudicó un segundo set aún más parejo que el primero, por 7-5.
En el tercero, el mallorquí le tiró encima toda la experiencia, jugó un tenis de alto nivel y se adelantó con un 6-1. En el cuarto y último set la tendencia se mantuvo y el ex uno del mundo consolidó su condición de Rey de París con un 6-1.
En el set inicial, el tenista ibérico tocó fondo en el quinto game, cuando Thiem le quebró el servicio. Nadal trató de imponer su tradicional ritmo frenético a ese comienzo de partido, pero desde el otro lado de la red volvían todas las pelotas.
Pero el once veces campeón en el Abierto parisino se recuperó de inmediato y si bien Thiem le presentó una dura batalla, ganó los cuatro juegos siguientes para adjudicarse ese set.
La siguiente manga presentó un duelo donde ninguno pudo sacarse ventajas hasta el momento de las definiciones. Thiem ganó su saque en el undécimo game, quebró a Nadal en el siguiente y estableció nuevamente la paridad en el partido.
El español de 33 años no se tomó ni un minuto para lamentarse y en el tercer set se transformó en un vendaval.
Fue el dueño absoluto de ese parcial, quebró en tres oportunidades al rival al que venció en la final de la edición 2018 del torneo parisino, y con un nivel superlativo volvió a tomar una luz de distancia.
Pese a un atisbo de reacción de Thiem en el inicio de la cuarta manga, Nadal continuó pegando como en los primeros instantes del encuentro al tiempo que mermó la eficacia del austríaco.
Nadal hizo mella con su potente derecha, se adueñó en dos ocasiones del servicio de Thiem y le puso el moño al partido con su saque.
El tenista español logró su decimoctavo título en un Grand Slam y el número 82 de su carrera. Lo celebró como siempre, primero tendido en el piso con su cara hacia al cielo, y luego con los brazos en alto.